Opinión

Estado de alarma

¿Qué se puede esperar de un país que quien un monarca como jefe de Estado y un Gobierno con furibundos antimonárquicos en sus filas?

NO SOLO por el coronavirus, que también, sino por otras varias cosas, no tan mortales, pero graves, España se halla en estado de alarma, de máxima alarma. ¡Pobre España! ¡Cómo está quedando y cómo va a quedar! ¡Cómo la están dejando y cómo la van a dejar! Pandemia aparte, hay otros hechos que están haciendo tambalear al país, que parece ya grogui por la falta de reacción de la sociedad ante sucedidos tan insólitos como lamentables, que en pocos otros países se concebirían, quizá en ninguno.

¿Cómo es posible que un Gobierno vete la presencia del jefe de Estado en un acto de gran importancia simbólica que se celebra en una parte de su territorio? ¿O es que ya asume el Gobierno de España que Cataluña no forma parte de ese territorio? ¿O es que no lo asume y le conviene en este momento la barrabasada? ¿O es que ni lo asume ni lo deja de asumir y según y cómo ya irá viendo? Hay que repetirlo una y mil veces: inconcebible y muy grave. Si no se ve no se cree. Y aun viéndolo…

Pero el asunto no acaba ahí. Un ministro y el mismo vicepresidente de tan lamentable y peligroso Gobierno, tras el desaire a la máxima autoridad del Estado, tienen la desfachatez de atacar al Rey porque mostró su deseo de haber acudido a ese acto con los nuevos jueces, como había venido siendo tradicional. Y, para más inri, el Gobierno y su presidente se niegan a dar la más mínima explicación del hecho. Aunque la verdadera razón no puedan reconocerla, porque incluso para ellos es demasiado, por lo menos podían haberse inventado una excusa que, hasta cierto punto, suavizase la cuestión. Pues ni eso.

Pero ¿qué se puede esperar de un país que tiene un monarca como jefe de Estado y un Gobierno con furibundos antimonárquicos en sus filas? ¿Qué se puede esperar de un país, una nación o un estado cuyo Gobierno se alía y es sostenido por los que ven a ese país, nación o estado como un enemigo del que quieren separarse? ¿Qué se puede esperar de un país que está encuadrado en un determinado sistema de valores, actitudes y maneras —llamémosle, por ejemplo, el sistema democrático occidental— y que tiene varios ministros y hasta un vicepresidente que se declaran antisistema y cuya máxima aspiración es acabar con todo eso?

Y esta alarmante, aunque el adjetivo quizá se quede corto, situación tiene un origen y un motor, nada menos que el presidente de Gobierno que, para serlo y sin ningún reparo, abrió y mantiene abierta esta caja de Pandora, cuyos males aún están empezando. Pero el más negro presagio de lo que nos espera es que —si hacemos caso a las encuestas— ese desaguisado y la pésima gestión de la pandemia le salen gratis a Pedro Sánchez, no le cuestan ni un voto. Si fuese así, tendríamos lo que merecemos (yo no) y apañaditos vamos (yo también).

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