Opinión

Diferencia

UN VISITANTE español (como es el presente caso) que se haya paseado horas y horas por Ámsterdam de norte a sur y de este a oeste los cuatro últimos días antes de las recientes elecciones no habrá encontrado rastro de propaganda política: ni carteles (sólo uno pequeño), ni altavoces, ni octavillas, ni nada. La ciudad seguía su tranquilo ritmo habitual, al compás de miles y miles de silenciosas bicicletas. Y pese a tratarse de unas elecciones especialmente importantes, ni el más mínimo atisbo de crispación. Es de suponer que actos partidistas habría, pero en lugares ad hoc para los interesados, dejando al resto tranquilo con su vida cotidiana. Lo opuesto a lo de aquí. La diferencia.

Comentarios