PARA GANAR una batalla y hacer frente a una catástrofe como la del covid-19 hacen falta un mando único, capaz y con las ideas claras, y una buena organización. Pues aquí, esto: el presidente de España se escaquea y delega todo lo que puede, en vez de estar día a día, hora a hora, dando la cara; la presidente de la Comunidad de Madrid se empeña cerrilmente en regatear unos días de cierre de su comunidad, cuando incluso los que se le proponían van a ser bien insuficientes; el presidente de la Xunta, que parecía tan razonable, decide la machada de ser casi el único en mantener abierta la comunidad (aunque a última hora cerró las ciudades), cuando las demás se blindan para intentar mitigar los contagios. Y así nos va.
