Opinión

Bipartidismo

El tan cacareado fin del bipartidismo resulta que es más aparente que real. Porque, tras las últimas elecciones autonómicas y municipales, se está jugando el Gobierno de muchas ciudades y comunidades entre dos (bi, entonces) bloques, los de siempre. Si suma la derecha, al poder, o sea que gana. Si suma la izquierda, ídem de ídem. Lo que si ha pasado es que esos dos bloques que aspiran al poder no son homogéneos, lo que permite más cambalaches (los beneficiarios prefieren llamarles diálogo y pactos) y el acceso al reparto de la tarta a quien nunca lo hubiese logrado sin este aumento del guirigay. Eso sí, a costa de la coherencia y de la eficacia en las gestión.

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