Opinión

La ‘Tizona’ de Bolívar

Repaso histórico de urgencia ante el nuevo desplante a la Corona española. La verdad siempre tiene una cara buena
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photo_camera El rey permaneció sentado durante el paso de la espada de Bolívar. EFE

Al Rey se la han montado por su sentada ante el paso de la espada de Simón Bolívar en la toma de posesión del guerrillero izquierdista que ahora preside Colombia. La algarada antimonárquica no sólo se azuzó desde la coalición societaria española de izquierdas, sino que se ha consentido desde la parte constitucionalista del Gobierno. Nadie puede olvidar que los socios del poder se reparten los papeles bajo un mismo objetivo republicano. La Corona molesta a los compañeros gubernamentales y a toda su plantilla de insumisos monárquicos que viven de un republicanismo legítimo que pierde legitimidad cuando se convierte en populista. Y hacen todo lo posible por hostigar y desprestigiar lo que la Constitución española vigente establece en España como sistema democrático de monarquía parlamentaria. Por mucho que a algunos les pese, "el Rey es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia; arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica…" (artículo 56 de la Carta Magna de 1978).

Aunque hay versiones contradictorias, la versión de la izquierda radical es que Felipe VI no se levantó al paso de la espada de Bolívar, que no es precisamente la Tizona del Cid Campeador o la Excalibur del rey Arturo. La versión cabal es que si no se levantó fue porque la espada de Simón Bolívar no es símbolo del Estado colombiano y su exhibición no formaba parte del protocolo ni del programa de la toma de posesión.

El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, la introdujo con calzador porque es el estandarte revolucionario de su guerrilla M-19 y con ello escenificaba un rechazo anticolonial que los colombianos y la mayoría de los latinoamericanos no sienten. Se trata de un uso populista del pasado para construir un relato político en presente con el que arengar a los incondicionales y captar la atención mediática internacional. Y por tanto asistimos a una pantomima bolivariana que los Estados latinos gobernados por la izquierda usan como arma contra toda la influencia cultural española, que algo de bueno tuvo por mucho que intenten mancharla. Desde Chavez al mejicano López Obrador se ha extendido ese rechazo a los orígenes del descubrimiento hasta arrasar las estatuas de Cristóbal Colón con la intención de derribar los vínculos positivos de influencia colonial que dieron lugar a los actuales pueblos iberoamericanos. Y esa es la verdadera razón y el verdadero significado por el que el Rey de España se mantuvo un tiempo sentado al paso de la aspirante a Tizona de Simón Bolívar, lo que demuestra el sobrado conocimiento y la excelente preparación del Monarca pese al teatro esperpéntico que ha montado ese mundo populista tan necesitado de publicidad engañosa para sobrevivir a su propia decadencia

No estamos, pues, ante una falta de respeto, sino ante una elección libre y digna de quien representó a España en la toma de posesión del guerrillero Petro, cuyo movimiento de guerrillas se dio a conocer con el robo de la espada de libertador de América al que muchos historiadores consideran por sus acciones sangrientas muy próximo al genocidio. Su actuación armada dio lugar a la independencia de países como Venezuela, Colombia, Perú o Bolivia, lo que explica este tipo de activismo político antiespañol tan de moda en los tiempos de la globalización en bloques. Bolívar falleció de tuberculosis y fiebre tifoidea a los 47 años en 1830 en Colombia, pero su figura ha sido rentabilizada políticamente hasta el presente, sin que su pureza libertadora esté a salvo de otra verdad histórica.

Recientemente un libro denunciaba el genocidio silenciado de Bolívar contra los españoles, que presenta a un libertador muy alejado del mito bajo el título ‘El terror bolivariano’. Por tanto, la rabiosa reacción contra el Rey por parte de la extrema izquierda española con la que gobierna y a la que consiente el sanchismo obedece a una nueva campaña contra la Corona que no justifica ni por asomo una petición de excusas para hacerle el juego al populismo que nos gobierna en España y que gobierna en algunos países latinoamericanos.

Con el respeto debido a la espada de Bolívar y su simbólico significado, más convendría mostrarnos respeto a nosotros mismos como españoles, y defender la esencia de la madre patria como acto de reconocimiento patriótico a las interpretaciones que se hacen de la Historia, muchas veces con sesgo político evidente.

El oráculo predicador de esa izquierda tan trasnochada sigue siendo Pablo Iglesias quien, aún habiéndose marchado de la primera línea política, sigue marcando la pauta populista desde la luminosa sombra que oKupa. Como el perro del hortelano ni come ni deja comer a Yolanda Díaz, Belarra, Irene Montero y demás mujeres de la causa comunista. Y en este entreacto negacionista contra el Rey se ha visto hasta qué punto sigue prisionero del populismo podemita el presidente Sánchez quien, por sus silencios, da a veces la impresión de que se siente cómodo gobernando desde la calculada ambigüedad de la necesidad, el sometimiento y la radicalidad.

Plan averiado

Teresa Ribera, vicepresidenta y ministra de la cosa ecológica a cuyo ministerio le han colocado la pretenciosa palabra ‘Transición’ por delante de lo verde, ha vuelto a demostrar su posición intransigente de fuerza con el nuevo plan de ahorro energético. El plan del sí es sí ha tropezado con el rechazo de las autonomías gobernadas por el PP. Y Ribera se puede encontrar en el futuro con el pronunciamiento del Tribunal Constitucional tras el recurso de la Comunidad de Madrid por invadir sus competencias. La viceministra Ribera suele adornar sus gazapos ministeriales, recordemos por ejemplo el topaje del gas del nunca acabar y nada solucionar, con una pomposa puesta en escena de solemnidad que no da la razón únicamente por ese empaquetado ficticio. Así que Ribera se ha convertido en una ideóloga ecologista que con sus excesos va camino de convertirse en candidata a dejar el Gobierno en la próxima remodelación. El sanchismo podemita ha desplegado sin éxito todo un repertorio de insultos que le quitan razón destinado a fomentar la inexistente división en el PP entre albertistas e isabelinos.

En defensa de Defensa

Dicen que Margarita Robles tiene los dos pies fuera del Gobierno, y que es firme candidata a dejar el ministerio de Defensa en el próximo lavado de cara de la Moncloa junto al ex juez Marlaska. Robles cayó en desgracia por el affaire del CNI y al parecer Sánchez la quiere fuera al tomar partido por Bolaños, y de paso renovar Interior y alguna cartera más sin reducir el volumen de este abultado Gobierno. La información sensible pasa directamente a presidencia, y además hay otro factor importante: España va a hacer una gran inversión en Defensa obligada por las circunstancias bélicas en Ucrania, y la guardia pretoriana del Presidente no quiere que Robles maneje esos fondos multimillonarios que se usarán contra la entrada en recesión y la inflación desbocada. Margarita Robles, de lo más serio y formado de este gobierno tan numeroso, debió irse antes de cesar a la directora del CNI, pero la cumbre de la Otan alargó su vida como ministra. El problema es que su móvil puede revelar a Pegasus secretos incómodos, lo que trae a Moncloa por la calle de la amargura.