Opinión

Tactismo de tocomocho

Vuelo rasante en tiempos de guerra, diplomacia y crisis económica. La política como arte de lo imposible
Pedro Sánchez, en la base militar de Adazi, donde visita a las tropas de la Otan, entre ellas a las españolas. EFE
photo_camera Pedro Sánchez, en la base militar de Adazi, donde visita a las tropas de la Otan, entre ellas a las españolas. EFE

PEDRO Sánchez se puso su chupa de camuflaje para visitar las tropas españolas de la Otan en Letonia. Parecía un ensayo de su nuevo ‘Aló Presidente’ en forma de documental, un culto egocéntrico al líder de todas las mentiras. La vestimenta tenía ese tono marcial de lo militar, entre caqui marrón y prenda de diseño de tienda pija de la calle Serrano. Con sus andares top model, Sánchez pasó revista ante el secretario general de la Otan, esa alianza detestada por sus socios preferentes, empezando por los comunistas de Podemos. La chupa tenía capucha, pero no se la puso mientras los copos de nieve se acomodaban entre sus canas de estadista y mechón artificial. Pedro se convirtió en soldado universal tras mutar en casco azul patriótico con el envío de armas a Ucrania. Su visita a Letonia enterró su pacifismo de salón y dejó muda a Irene Montero, que en el día del feminismo combativo podemita del 8-M fue humillada por la mordaza de la portavoz, otra mujer que la silenció en la rueda de prensa del Consejo de Ministros.

En su condición de militante de Podemos, vino a decir Isabel Rodríguez, la ministra de igual-dá contestó a la prensa incómoda fuera sobre eso de que el PSOE es un "partido de guerra". O sea, lo nunca visto en España, pero si en los regímenes totalitarios más bananeros. Por momentos se asemejó a una ampliación de la Ley Putin contra la libertad de información: una parte del Gobierno amordaza nada menos que a una ministra del Gobierno. Demonios, córcholis, menudo desvarío que la monitorización de la prensa alcance también a los miembros del Ejecutivo. La fractura es más que evidente por mucho que se vista de armoniosa normalidad. Incluso Iglesias le ha tenido que recordar a Yolanda Díaz que él la hizo ministra y vicepresidenta, después de que esta llamara la atención a Belarra y Montero por sus deslices sobre la guerra pacifista de sorber y soplar al mismo tiempo.

Pedro Sánchez, ahora conquistador patrio y prota de su propio docudrama, anda en esa difícil ambigüedad calculada en la que le ha sumido el peligroso equilibrismo de sus pactos. Como nos temíamos en nuestro anterior ‘Trazado horizontal’, no tiene pudor en utilizar la guerra para esconder su mala gestión económica. Así que se permitió achacar a Putin la subida de la luz usando la invasión a Ucrania como coartada; lo que sus terminales mediáticas llaman "economía de guerra". Pero en la calle se está instalando ya la contestación que en tiempos de pandemia quedó inmovilizada por el estado de alarma. Y lo que es peor, la escalada de precios agudizada por el conflicto bélico va camino de una inflación histórica que puede acabar con los engaños de los que ha sido objeto la sociedad española desde la moción de censura. Putin puede quedar cercado en Ucrania por el mundo libre occidental, pero también puede arrasar el mundo feliz que Sánchez se ha fabricado a su medida con toda suerte de trucos y propaganda. La última, afear a Feijóo el pacto PP-Vox en Castilla y León mientras Sánchez pacta con comunistas, golpistas y proetarras. Por eso Alberto Núñez Feijóo es creíble como alternativa seria y eficaz más allá de sus multi-avales de unidad y su estilo de moderada centralidad sin complejos a izquierda y derecha. La primera prueba de fuego ha sido Castilla y León, donde Feijóo dejó hacer a Mañueco mientras arma el relato según el cual los votantes de Vox fueron en su momento votantes del PP. Si mañana Sánchez rechaza que gobierne la lista más votada, sin hipotecas con partidos antisistema, Feijóo enterrará para siempre el doble rasero de la izquierda, que traza cordones sanitarios ultras a sus rivales, mientras blanquea el extremismo izquierdista de Podemos, Bildu y ERC. Así que, con su look de chupa, Sánchez aprovechó también su viaje a Letonia para colarle a la prensa su última deslealtad a la Corona.

En su tacticismo de tocomocho, vino a pedir más explicaciones al Rey emérito pese al archivo de la investigación de "su" Fiscalía y pese a que Don Juan Carlos ha decidido residir en Abu Dabi con visitas frecuentes a España de ámbito privado. De nuevo el PSOE se ve arrastrado en su vocación de Estado por el socio republicano antimonárquico: Sánchez insiste en que el emérito se explique como si no fueran suficiente su carta de Rey padre a Rey hijo y la ausencia de causas judiciales en España. Pide explicaciones sin explicar sus pactos, sus indultos, su excarcelación de etarras, su gestión de la pandemia, la ocultación de la cifra real de muertos covid, el Delcygate, las ayudas a Plus Ultra, su tesis, la multiplicación de gastos en asesores y ministerios, el intento de ley mordaza y control del Poder Judicial frenado por Bruselas, su uso del Falcon para actos de partido y tantos otros asuntos bajo sospecha que no están sujetos a la debida transparencia. Eso sí, que se explique el Rey emérito, artífice estelar de la Transición, porque eso le va bien en las encuestas. Puede que a Sánchez también le pidan explicaciones los españoles en las urnas más pronto que tarde. Y ahí no valdrá de nada el tacticismo de tocomocho.

La carta del Rey

EL REY EMÉRITO ha reconocido sus errores y está pagando por ellos. Pero llevar al terreno de la humillación y la venganza republicana la exigencia de explicaciones al monarca sobrepasa lo razonable. La Justicia ya ha reclamado e investigado las explicaciones oportunas, y Don Juan Carlos ya ha pedido perdón, su familia se ha sentado en el banquillo y visitado la cárcel y él ya ha reconocido la gravedad de sus deslices privados en el indebido ámbito de su inviolabilidad como Rey de España. Dicho esto, el emérito se mantiene en el destierro al que le condenó la coalición socialcomunista, y concede a su hijo la ingrata solución de conformarse con visitas frecuentes a España sin cargo al erario público. Eso es mucho más de lo humanamente razonable, de forma que resulta indebido que Pedro Sánchez califique de "decepcionantes" las conductas del Rey erigiéndose en juez y fiscal de la Corona. La carta del Rey es una misiva a la sociedad española que Sánchez no debe distorsionar.

Los avales de Feijóo

EL FUTURO LÍDER por aclamación del PP ha juntado 55.000 avales, lo que convertirá el congreso popular de Sevilla en un paseo triunfal de unidad. Feijóo se blinda frente a las tentaciones de otras candidaturas anunciadas por Egea en el momento de su dimisión. El todavía presidente de la Xunta de Galicia no es un recién llegado a la política y sabe de la importancia del poder territorial de partido, desde el local al autonómico. Es ahí donde se consolidan liderazgos y ganan elecciones. Y es ahí donde se nota el músculo de partido con el que armar una alternativa, pese a las campañas de cordón sanitario de la izquierda alentadas que sedujeron a Casado en Europa. Alberto Núñez Feijóo está haciendo las cosas bien, incluida su gira por España para fidelizar apoyos, cerrar las cicatrices del PP e ilusionar en esta nueva etapa del principal partido de oposición. Ahora toca sentar las bases programáticas de la alternancia en torno al liderazgo de Feijóo, un candidato temido en la Moncloa y necesario para la democracia.

Comentarios