Opinión

Punto de partido

A Djokovic le han ido a pillar el truco de su juego en Australia, donde el efecto boomerang de la soberbia se ha vuelto contra él por mentir y por burla burlarse de las normas covid. Ser número uno del tenis mundial y pretendido líder antivacuna no te convierte ni en el Jesucristo serbio de masas que le cree su padre ni en el Espartaco del revés a dos manos.

Aquello de «se pilla antes a un mentiroso que a un cojo» tiene una nueva versión en tiempos de pandemia. Ahora el baremo comparativo para pillar a los mentirosos tiene tres referentes universales: Novak Djokovic, Boris Johnson y, efectivamente, Pedro Sánchez. Los tres son maestros de la mentira y del engaño.  Y los tres han subido a la red con la intención de rematar al contrario, y a día de hoy se enfrentan a un punto de partido en sus respectivas carreras deportiva y política.

Djokovic ha pretendido estar por encima del bien y del mal sirviéndose de su condición de privilegio en el deporte de élite, pero al final ha sido deportado de Australia con el rabo entre las piernas como canguro avergonzado; humillado por su propia torpeza ante los ojos atentos del mundo. Al colega periodista británico metido a político y mal imitador con flequillo de Donald Trump también le han pillado con el carrito del helado y la bandeja de los vinos. Y qué decir de Sánchez, la versión made in Spain de la cosa, un hombre sin palabra cuyo concepto de la política es puro egoísmo personal.

La mentira también pasa factura a los políticos aunque en España el código ético este sometido siempre al doble rasero del globo dictado

Pedro Sánchez ha mutado de Mesías de la vacuna a firme aspirante a Santo Scholz ibérico del ansiado eje socialdemócrata. Pero los alemanes no se casan con el despilfarro. Tras perder el open de Madrid con Ayuso, Sanscholz se enfrenta ahora al abierto de Castilla y León y al Grand Slam de Andalucía. Y lo que es peor, se enfrenta al legado falsario de su trayectoria como campeón de la paparrucha, como número uno de la propaganda en la España vaciada de valores y principios. Sánchez mirará para otro lado tras su derrota ante el PP el 13-F, y lo volverá a hacer con el adelanto electoral andaluz porque las encuestas ya penalizan el desgaste del poder y la trilería política.

Pero el verdadero punto de partido se lo juega cuando toquen elecciones generales, que serán antes de lo que él y sus socios quisieran. Entonces ya no le servirán las trolas volanderas, los embustes de Pinocho, el fraude chapucero de la realidad. Porque como le ha sucedido a Djokovic en Australia, la mentira también pasa factura a los políticos aunque en España el código ético este sometido siempre al doble rasero del globo dictado. El match point determinará en el Brexit Unido que «se pilla antes a un Johnson que a un cojo».

La pelota de partido establecerá de aquí a dos años en el tenis que «se pilla antes a Djokovic que a los ejemplares Nadal y Federer». Y el punto de partido dejará claro en Castilla y León, Andalucía y España que «se pilla antes a un Sánchez que a la coja y zancadilleada oposición española». De momento, juego para la verdad.


 

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