Opinión

¿Nucleares? Si, gracias

AQUEL LEMA ochentero tan gastado de ¿Nucleares? No, gracias es a día de hoy un sí inequívoco a medio plazo. Ni las fugas de Chernobyl ni Fukushima fueron suficientemente disuasorias para desencadenar el cierre en cadena de las centrales nucleares, porque sus beneficios en la producción de electricidad pesan más a la hora de mejorar y abaratar el bienestar de los seres humanos que lo negativo. Las nucleares hace mucho tiempo que dejaron de ser la fórmula de estigmatización y culpabilidad con la que se politiza la producción de energía eléctrica a partir de la fusión nuclear.

Y aunque la moda progre consiste en desacreditar la producción eléctrica a través de reactores nucleares, hasta la Unión Europea sabe que las centrales aún deben cohabitar mucho tiempo con la producción solar, eólica o hidroeléctrica. Por esa razón la Comisión Europea se quita los complejos al proponer etiquetar como verde el gas y la energía nuclear para frenar así la escalada de precios.

Sin embargo, nuestro Gobierno ha sido el primerito en contestar que, de eso nada, como si verdaderamente lo que dijera esta ministra de transición ecológica, también conocida como ministra de intransigencia ecológica, fuera a cambiar el rumbo de una decisión que está por encima de la sumisión ideológica y nostálgica del no a las bases, la Otan o lo nuclear.

Y lo realmente nuclear es que a Teresa Ribera se le está borrando su sonrisita de ¿Nucleares? No, gracias porque la tendencia en Alemania, Italia o Francia es la contraria dado que prima más el interés general que los prejuicios ecologistas. En vez de producción nacional, la viceministra de semblante difícil prefiere seguir comprando electricidad nuclear a Francia, donde el recibo de la luz es un 40 por ciento más barato que en España. Todo con tal de mantener su posición trasnochada y acomplejada de manifestante antisistema para seguir recaudando impuestos.

Es lo que tiene el populismo gubernamental que engaña al pueblo y atraca al consumidor. Un permanente bla, bla, bla con el que Mister Kilovatio nos vendió su cuenta de la vieja tramposa sobre el recibo récord de la luz a 31 de diciembre de 2021 versus 2018.

En la España de hoy vivimos peligrosamente con la electricidad, el gas, el virus pandémico y la mentira colectiva. Estamos expuestos al colapso relampagueante de la verdad como método de gobernanza. La luz se enciende y apaga sin ideas brillantes ni gobernantes competentes. Y si mañana Sánchez tiene que volverse pronuclear para trincar los fondos europeos y la fiscalidad, pues abanderará una campaña como la que hizo Felipe González con el referéndum de la Otan.

No hay coherencia, sino un vago concepto de militancia ideológica y adoctrinamiento expansivo con el que elaborar el relato favorable al poder establecido. De eso se trata, de hacer lo que convenga en cada momento aparentando que eres fiel a la ideología que dices encarnar. Con los pactos, con la reforma laboral o con las nucleares. Por eso, de momento, ¿Nucleares? Sí, gracias.

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