Opinión

La nación y su estado

El concepto de nación representa los vínculos históricos, culturales, legales y religiosos de un mismo pueblo organizado en torno a un sistema conjunto que comparte uno o varios idiomas comunes dentro de un territorio unido. Habitualmente una nación tiene el denominador común de la raza y las costumbres por razón geográfica de nacimiento, dando un sentido étnico y patriótico a su significado. Del mismo modo, la nación se configura bajo el estado de derecho y, en el caso de España, bajo la ley de leyes que es la Constitución de 1978 y que atañe a todos los integrantes que viven bajo su mismo techo administrativo. 

Por tanto, lo que llamamos debate sobre el estado de la nación debe ser un chequeo en profundidad sobre la salud de España y el grado de cumplimiento de todos esos preceptos que conforman su definición. Y siendo realistas, hay mucho que arreglar para llegar a la conclusión de que el estado de la nación española es saludable, porque la actual configuración política española pone en riesgo la integridad del Estado al introducir en la ecuación de poder y gobierno a quienes se muestran abiertamente rupturistas e incumplen a menudo la Carta Magna.

Este es el primer debate sobre el estado de la nación para Pedro Sánchez, que ha eludido cuanto ha podido esa rendición de cuentas al Parlamento. Cinco años después de su llegada a la Moncloa, Sánchez da explicaciones obligado por la economía, las horas bajas de las encuestas, los últimos resultados electorales adversos y la falta de excusas tales como la pandemia. El presidente del Gobierno ha intentado aprovechar el rebufo de la cumbre de la Otan, cuya operación de imagen le vino bien a él y a España, dado que nuestro país estaba bajo mínimos en política exterior. El problema es que Sánchez ha llegado a su primer y puede que único debate de la nación en un estado de deterioro de la coalición y de sus pactos casi irreversible que le obligar a una huida hacia adelante hasta las próximas elecciones generales, sean cuando sean. Por eso la mayoría de los analistas llega a la conclusión de que el estado de la nación es delicado, ya no sólo por pactar con Bildu la desmemoria, indultar a golpistas o esconder la cifra real de muertos por covid, sino porque España está a punto de sufrir un colapso económico generalizado que no obedece únicamente a factores externos, sino principalmente a los excesos internos cometidos durante estos cinco años de gobernanza con compañías que cuestionan la propia nación.

El estado de la nación comenzó en pleno 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, con un presidente abandonado por las víctimas del terrorismo debido a sus pactos con Bildu y una ley de memoria democrática que proyecta a un Sánchez insensible, cuestionado por los propios y los ajenos, y condenado a la soledad del poder debido a sus osados errores, lo que incluye su obsesivo control del CGPJ. Siendo realistas, el estado de la nación es crítico por muchas razones, pero sobre todo porque España se dirige hacia una recesión cuya inflación no se puede combatir sólo con decretos, sino con un cambio profundo de actitud y de políticas.  

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