Opinión

La digna frialdad de Rajoy

LAS PRESIONES que se describen fueron tormentosas y por momentos agónicas, estremecedoras. «Rajoy no se lo merece», repetían sin cesar los dirigentes del PP. La presión para que dimitiera fue tan grande que los populares tuvieron que desmentir esa posibilidad. Rajoy no dimitió porque eso hubiera significado reconocer una culpa que los tribunales no han sentenciado. Pero también hubo otra razón: la dimisión hubiera facilitado la elección de Sánchez por mayoría simple porque sin Nueva Canarias los votos no daban para investir a otro candidato popular como Ana Pastor, Soraya o Íñigo de la Serna. Rajoy pilotará en la oposición la revitalización del PP, que no sufrirá el desgaste de la corrupción con tanta dureza como en Moncloa. Lo lógico es que en un próximo congreso el PP elija nueva cúpula y de ahí salga un nuevo líder si Rajoy decide hacerse a un lado. Hasta Jesús Posada se desmayó en los toros el miércoles por estrés premoción.

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