Opinión

La calle pierde fuelle

SI BIEN el separatismo ha vuelto a hacer una demostración de empeño con la manifestación de este sábado en Barcelona, lo cierto es que en Cataluña se ha perdido el miedo a la calle porque también los partidarios de la unidad de España han demostrado fortaleza y poder de convocatoria. Sin embargo, esa calle del separatismo pierde fuerza porque las concentraciones para pedir la liberación de los políticos presos se han convertido en un tic mecánico de propaganda al que ya se le nota mucho la falta de espontaneidad. Eso ha quedado demostrado en la huelga general política del pasado miércoles en Cataluña, que la opinión publicada situó más cerca del fracaso que del éxito. Salvo los desocupados a sueldo y los estudiantes de puente que cortaron autopistas y la línea del Ave, se vio que no hubo un seguimiento mayoritario. La gente que quería trabajar o llevar a los hijos al cole se enfrentó a los piquetes, dejando en evidencia a los profesionales de la algarada callejera y política. Y a medida que se aproximen las elecciones y se asiente el estado judicial de los imputados, irá desapareciendo la práctica de la coacción callejera.

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