Opinión

Foto finish en la Moncloa

Análisis sosegado sobre la primera cumbre de la alternancia. Pedro Sánchez y Ñúñez Feijóo escenifican un nuevo tiempo político
Feijóo y Pedro Sánchez en una reunión en Moncloa. MARISCAL
photo_camera Feijóo y Pedro Sánchez en una reunión en Moncloa. MARISCAL

A Núñez feijóo le quiso ver Sánchez por delante del Rey, pero el presidente del PP tiró de protocolo y jerarquía constitucional para decir que primero el jefe del Estado y después el presidente del Gobierno. La agenda se ajustó como el cinturón de la sobremesa tras un almuerzo copioso, para que Feijóo acudiera a Moncloa al día siguiente, jueves, antes del viaje de Pedro Sánchez a Marruecos para hablar del Sáhara con Mohamed VI y otras cosillas.

La visita de Feijóo al palacio del colchón, ya como líder oficial de la oposición, quedó inmortalizada en una instantánea que se parece mucho a la foto finish con la que se decide el ganador de una carrera que acaba de comenzar. Los nervios oficiales tras la llegada de Feijóo al ruedo nacional se adivinan a medida que se conocen nuevas encuestas más apretadas y parecidas a la foto demoscópica anterior a la crisis del PP. Lo que se ve, por ejemplo, en el sondeo de Metroscopia, es que el PP vuelve a estar primero tras la migración del gallego a Madrid y que el centro derecha suma una holgada mayoría de 180 diputados.

La dificultad estriba en la articulación de un discurso popular que permita a Feijóo sortear la propaganda política que identifica "extrema derecha" con todo lo que no es doctrina Frankenstein. Y sobre todo, escapar de las trampas del partidismo gubernamental que exalta el supuesto inmovilismo de la oposición con eso que se llama pactos de Estado hechos a la medida de Sánchez.

Feijóo se enteró por el periódico independiente de la mañana (del jueves) de lo que le había preparado Sánchez como comité de bienvenida: acuerdos globales encaminados fundamentalmente a la obsesiva renovación del CGPJ, que parece el objetivo verdadero del acercamiento socialista a los populares. Sin embargo, Alberto Núñez Feijóo tiene hechuras de convicción y mantuvo la exigencia de una rebaja inmediata de impuestos, tal y como comprometió Pedro Sánchez en la Conferencia de Presidentes autonómicos. Por supuesto que Sánchez no defraudó, volvió a incumplir y se negó a la rebaja fiscal prometida.

En la foto finish de Moncloa se adivinan dos formas muy diferentes de hacer política con el mismo objetivo de gobernar España. La diferencia respecto al pasado reciente estriba en que a Sánchez ya le conocen los españoles por lo que ha hecho, hace o dijo que iba a hacer con su impensable coalición melódica altisonante, mientras que Feijóo puede ofrecer la certeza previsible de la experiencia de su gestión, algo que Casado debía delegar en los gobiernos autonómicos del PP de Galicia, Andalucía o Madrid. En esta foto finish cuyo primer sprint tendrá lugar en la comunidad andaluza más pronto que tarde, el sentido común templado que exhibe Feijóo encuentra caldo de cultivo en la improvisación veleta de Sánchez que hemos visto a lo largo de su gobernanza, desde los pactos que no le dejaban dormir al viraje angular sobre el Sáhara, pasando por los indultos.

En la foto de escalinata, sofá y principio del fin, Sánchez y Feijóo mantuvieron la compostura de la cortesía moderada con la que inaugurar la carrera de los juegos olímpicos electorales que se avecinan. No se descarta que Juanma Moreno convoque en junio, porque si espera mucho corre el riesgo de que Sánchez haga coincidir las generales con las andaluzas. En la lógica de Sánchez dicen los analistas más enterados que la conveniencia política e ideológica está por encima de la crisis económica, la inflación récord, la invasión de Ucrania o bajarse al moro. 

Como dice Pablo Iglesias, "Sánchez convocará cuando más le convenga y lo hará por sorpresa como hizo con los ceses de Calvo, Ábalos y Redondo" o con tantas otras decisiones contrarias a lo inicialmente comprometido. Por eso estamos en situación de foto finish, algo que ambos líderes saben y manejan con maneras de póker y sin señas de mus. Por eso Sánchez se ha apresurado por orden de la UE y EE.UU. a arreglar el lío de Marruecos a cambio de nada tras una neutralidad de más de 40 años.

Pedro Sánchez se ha hecho una merecida reputación de resistencia que malogra el incumplimiento habitual de su palabra. Alberto Núñez Feijóo tiene que ganarse la confianza de los españoles de manera constructiva y serena, para construir sobre la certidumbre una imagen de alternativa real edificada sobre los cimientos de los valores, principios y eficacia. Sánchez aparece en la foto finish de la legislatura presionado por las circunstancias del desgaste, siempre mucho más traumático cuando ejerces el poder gubernamental. Feijóo se muestra paciente y tranquilo, a la espera del cocinado a fuego lento de Sánchez que ni el hornillo cámping de Tezanos podrá salvar. De esta foto finish deben elegir en el futuro los españoles una vuelta al bipartidismo de bloques encabezado por PSOE y PP o la fragmentación de inestabilidad e impunidad que ha campado en España en los últimos años. Foto finish en Moncloa que promete ser de infarto. O no.

Precumbre en Rabat

España y Marruecos celebrarán antes del verano, previsiblemente, una cumbre bilateral pactada en la recepción de Mohamed VI a Pedro Sánchez. El objetivo es recuperar la normalidad de las relaciones entre ambos países tras la crisis diplomática y migratoria que supuso el caso Gali. Una "nueva etapa" gracias al cambio de posición de Sánchez sobre el Sáhara calificado por Podemos de "traición" y que supuso en los prolegómenos del viaje de Sánchez una derrota parlamentaria del PSOE. La proposición no de ley impulsada por los socios de Sánchez para instar al Gobierno a una rectificación sobre el Sáhara dejó en soledad a los socialistas. Todos los grupos salvo el del PSOE mostraron su disconformidad con la cesión a las pretensiones de Marruecos sobre el Sáhara en una decisión unilateral que rompe un consenso de neutralidad respetado por todos los gobiernos de la democracia, salvo por el actual. El viraje sobre el Sáhara ha enfadado a Argelia, de cuyo gas dependemos y cuyo precio subirá para España, no para otros países.

Quitarse las mascarillas

Semana Santa para despedirse con pasión y en procesión de las mascarillas, que dejarán de ser obligatorias en interiores a partir del 20 de abril. Sin embargo, las mascarillas se han convertido de repente en otro caballo de batalla judicial y político entre la izquierda y la derecha. Ni en estas fechas se abandona la tradición del frentismo. Da igual cual sea el motivo, si eso supone munición contra el rival. La Fiscalía Anticorrupción se ha querellado contra el último exponente de la jet set, Luis Medina, y su socio, por cobrar comisiones millonarias que podrían alcanzar los 10 millones de euros en la compra de material sanitario para la ciudad de Madrid durante la primera ola del covid. La oposición aprieta al Ayuntamiento del PP, que se personará en la causa como perjudicado. El alcalde Martínez Almeida niega conexiones familiares con Medina, que de celebrity de la farándula ha pasado a supuesto comisionista. Ahora le toca a la Justicia actuar, mientras Almeida se enfrenta a la segunda crisis tras el supuesto espionaje a Ayuso.

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