Opinión

España no es Portugal

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. La sabiduría del refranero, forjado en la tradición del tiempo y la costumbre, es fácilmente aplicable a la España de la subasta presupuestaria. De tal modo que cuanto más expriman la debilidad de Sánchez esos socios del chantaje permanente formado por las confluencias vascas, catalanas y comunistas, el espejo portugués difumina una posibilidad que en política es verosímil. Este analista de la observación ve improbable que España se aportuguese y la izquierda radical e indepe deje caer a Sánchez porque no les da todo lo que piden, incluida la promesa de una república sin corona y una nación de naciones repleta de separatistas indultados y presos etarras excarcelados. Pero en política, como demostró Pedro con su moción impensable, nada es imposible cuando se trata de poder y dinero. Para empezar, ni PNV ni Bildu ni ERC han presentado enmiendas a la totalidad, lo cual despeja el camino y abre un Sothebys en el Congreso de compraventa de mociones parciales. Pero recordemos que Rajoy sacó los presupuestos con ayuda de los recolectores de nueces, y apenas una semana después los salteadores de Guernika le traicionaron con la moción de censura. 

El primer ministro portugués, el socialista Antonio Costa, estuvo este año en el Foro La Toja y pidió que le invitaran el año que viene. Pedro Sánchez también comprometió su presencia en la próxima edición como presidente del Gobierno, pero a la vista de la suerte de Costa parece obvio que en política no se pueden hacer planes ni siquiera a medio plazo. Como diría Simeone, esto va partido a partido y cabe preguntarse si es posible una España a la portuguesa en 2022. Evidentemente, a día de hoy la respuesta es no, pero la política la carga el diablo. Como ocurrió en Madrid con el Ayusazo a Sánchez, entra dentro de lo posible que haya un adelanto electoral en Andalucía. Y si se cumplen todas las encuestas objetivas, no la del CIS, Moreno Bonilla va a arrasar y podrá gobernar con apoyos de Vox y Ciudadanos. Si se consuma esa victoria del centro-derecha en el tradicional feudo socialista andaluz, la alternativa de Casado se consolida como una amenaza seria para Sánchez, quien además ve cómo la presión de Yolanda  Díaz con la contrarreformita laboral le arrebata votos. Del mismo modo, los socios antiPP saben que con Franco y Sánchez se vive mejor, porque si gobierna el centro-derecha se les acabó el chollo. Así que parece inviable esa España a la portuguesa que ni siquiera el PP quiere. A Casado le interesa más que Sánchez se siga cocinando y quemando a fuego lento en espera de que se despeje el pasado judicial gurteliano y el futuro económico. Por cierto, que si Sánchez no es responsable de los ERE (la mayor sentencia por corrupción de la democracia), Casado tampoco lo es de la Gürtel que tanto rentabiliza la izquierda política y mediática. España no es Portugal. Cierto. Pero es sensata.

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