Opinión

El veneno del odio

Escalada de confrontación y provocación. Frentismo premeditado para generar división con la que preservar el poder

¡Jo, tíos y tías del mundo! El vídeo de Irene ha sido el advenimiento del nuevo pijerío indignado que brota en la sierra de Madrid como una hiedra súper enrollada con la que tapar la verdad. El Barrio de Salamanca ha muerto, viva Galapagar. Y que viva el 8-M, que dijo Pedro Sánchez. España se adentra en la tragicomedia tensionada de la confrontación con un absurdo intercambio de papeles: los pijos son los progres social-comunistas, y todos los demás son fachas que están en la conspiración golpista permanente de la policía patriótica. La Guardia Civil no se purga, sino que Marlaska cesa merecidamente al coronel Pérez de los Cobos para evitar la supuesta insubordinación de los uniformados de las cloacas. El ministro no miente aunque lo pruebe el documento que reconoce el cese por no informar de la investigación del 8-M. Y el vídeo superguay de Irene, jo colega, tampoco prueba la negligencia del 8-M aunque Montero, osea tía, diga eso de "esto no lo voy a decir". Sí, que viva la igualdad el 8-M o el 31-D, pero también la separación de poderes, la verdad y la honestidad.

Como ha dicho Pablo Motos, si no estás de acuerdo con el Gobierno quedas etiquetado como facha del bando de los malos que hacen pésimo uso de las cacerolas y la bandera de España. Es lo que Sánchez llamó en sede parlamentaria "veneno del odio", en clara descripción de su propio estilo de gobernar pero con intención peligrosa de endosarle la autoría intelectual a la derecha fascista. El relato del caudillismo bicéfalo está en acusar a los demás de sus propias fechorías bajo uso obsceno del doble rasero. La moción contra Rajoy se sustentó en la corrupción del PP, pero los Eres socialistas no son la misma corrupción pese a obtener la mayor condena de la democracia española. Los pactos con los separatistas y los herederos de Eta son culpa de la derecha fascistoide por no secundar los planes de autocracia absolutista. La culpa del rastro de muerte del coronavirus es de las autonomías, porque tener mando único desde el 14 de marzo con responsabilidad sanitaria y económica total en perpetuo estado de alarma solo cuenta para lo bueno pero no para lo malo.

Todo proyecto político autoritario se sirve de un relato tramposo con el que envenenar la verdad, envolver la mentira y apuntalar su dominio de poder. Y de un tiempo a esta parte, desenterramiento de Franco incluido, en España estamos viviendo una indecente escalada de confrontación guerravicilista que pone en peligro el futuro del país y la salida decorosa de la pandemia, agravada por una gestión de dudosa fiabilidad. Mientras desde Moncloa se predica el no al insulto y la provocación, desde el Gobierno y los partidos que lo sustentan se acusa a los demás de ser conspiranoicos del venenoso odio fascista y golpista. Son los demás los que plagian, corrompen, provocan, insultan, mienten y gestionan mal. Cierto, muy mal caer en lo del "padre terrorista" de Pablo Iglesias con el que azuzar el discurso de los cayetanos. Pero, pese a eso, parece un delirio acusar a la oposición y la Guardia Civil de querer liquidar la democracia constitucional. Son los demás los que se niegan a la reconstrucción a la carta, al decreto de abuso vírico, a salvar vidas, a cuidar de nuestros ancianos en residencias. Son culpables los demás, que no aceptan el camuflaje de cifras.

Que las CC.AA. te comunican muertes a diario, pues ahí está el portavoz con el mayor fondo de armario de rebecas para inocular el virus del optimismo y poder decir que hay cero fallecidos. Que las funerarias, los registros civiles, el instituto Carlos III y el Ine elevan a 48.000 el número de muertos, ahí tenemos al filósofo ministro Illa, que es una maravilla, para rebajarlo a 28.000, una cantidad mucho más acorde a la "eficaz e inteligente" desescalada de Sánchez, que nos libró de que fueran 300.000 fallecidos según dijo en un Aló Presidente. Que nos equivocamos con las mascarillas y el material sanitario, pues cambiamos. Que actuamos tarde, pues ha sido Ayuso. Que hay que colar a Iglesias en la comisión del CNI en plena pandemia, pues venga decreto. Que vamos de bandazo en bandazo con el turismo, los Ertes no pagados y la economía en general… pues nadie quedará atrás, ni el amigo de Sánchez al que se le han adaptado una Dirección General. Que hay demasiada crítica al Gobierno, pues a monitorizar desde la Guardia Civil y a usar el CIS para apuntalar la verdad oficial poniendo en peligro la libertad de prensa y expresión. Que hay que nombrar una ministra Fiscal, pues se nombra. Que hay que cesar al Abogado del Estado para favorecer los pactos con el separatismo condenado, pues se cesa. Que hay que dar permisos casi de libertad a los verdaderos golpistas presos, pues venga.

Hace tiempo que se ha instalado en la España del mando único una doble moral impuesta desde el poder con voluntad autoritaria que mina la democracia y actúa con deslealtad hacia la Constitución, la Corona y la igualdad entre españoles. Pero cuando sentemos las bases de la recuperación del coronavirus, las urnas y los tribunales dictarán sentencia.

Off the record
LOS MANUALES DE comunicación establecen que cuando la filtración de un informe sensible o el off the record de un vídeo incómodo perjudican la imagen del Gobierno de turno la estrategia es la siguiente: primero desacreditar lo filtrado y después poner en duda la ética de publicar algo obtenido fuera de registro aunque la ministra entrevistada sepa que la están grabando. Y así, el documento que prueba las mentiras de Marlaska y el informe de la Guardia Civil sobre el 8M han sufrido una campaña de desprestigio coordinada al tiempo que los medios afines han protegido a Montero y quitado hierro a la prueba de la negligencia de las manifestaciones feministas. Todo este coro socialpodemita político y mediático no decía lo mismo en otras ocasiones: audios de Fernández Díaz obtenidos de forma irregular y también filtrados, vídeo de las cremas robadas de Cifuentes, bronca de las reinas Letizia y Sofía en Mallorca o incluso las grabaciones de Villarejo, ante las que algunos dimitieron y otros no. Lo típico: doble vara de medir

Con doble rasero
CON TODA HONESTIDAD, ser amigo de alguien o tener ideología coincidente no invalida a un profesional para desempeñar un cargo de relevancia si el currículum y el trabajo lo avalan. Por eso hay que dar tiempo al amigo de Sánchez, Iñaki Carnicero, para ver si merece la Dirección General creada para él. Pero lo que canta es que cuando se trataba del anterior Gobierno del PP la exigencia de transparencia y ceses era mayor. Nada que decir de Ana Botella o la colocación de la esposa de Sánchez. Tampoco de Blanco, Montilla y el enchufado de Podemos en Enagás porque es una práctica habitual de los partidos. Pero todavía causa bochorno recordar como una sobrina de De Guindos tuvo que dimitir como alto cargo de la CNMC y ahora se nombra a la asesora de Iván Redondo. O cómo se tuvieron que ir Soria, Montón o Maxim Huerta cuando ahora hay miembros del Gobierno que por mucho más y mucho peor siguen en sus cargos. De lo de Juan Guerra y su cafelito, un vago recuerdo.

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