Opinión

Del Apóstol y sus milagros

Crónica santiaguina superada la mitad del año 2022. En los pecados políticos de cada uno va la penitencia.
Los Reyes y sus hijas el pasado 25 de julio en Santiago de Compostela
photo_camera Los Reyes y sus hijas el pasado 25 de julio en Santiago de Compostela

Felipe VI no tiene en verano su discurso de Navidad, pero cuenta con la ofrenda al Apóstol Santiago. El Rey no hace balance del curso como los políticos, pero siempre encuentra en Compostela la forma de hacer propósito frente a los asuntos que preocupan a la sociedad. Ante la adversidad económica que Sánchez encara con triunfalismo, relato de parte y decretos, su majestad entona un "España tiene carácter" bajo los valores de "un pueblo responsable, decidido, fuerte y solidario" al que nunca le ha faltado "ambición ni coraje". Esta frase del monarca, antídoto contra la propaganda y la mentira partidista, fue la premonición apostólica frente al previsible discurso de Moncloa del pasado viernes ante el que líder de la oposición y de las encuestas, Núñez Feijóo, antepuso hechuras de estadista con ideas nuevas y gestión fiable. El Rey viajó el 25 de julio por tercer año consecutivo a Compostela, que es como decir que va tanto a esa ciudad gallega como el emérito a Sanxenxo. Lo hizo con la familia real al completo en el año del cambio gallego, con Alfonso Rueda como presidente de la Xunta y Alberto Núñez Feijóo como presidenciable del Gobierno del Reino de España. Pedro Sánchez mandó dos vicepresidentas, Calviño y Díaz, para representarle ante el Apóstol Santiago. Quizás debiera haber ido en persona para pedirle un milagro al Santo, para implorarle el indulto de España ante la crisis económica y que los españoles le perdonen sus pactos y otros pecadillos que los sondeos reflejan con la caída libre del PSOE frente al ascenso del PP.

El rey Felipe se acordó de los incendios, como es lógico, pero sin florituras, sin culpar al cambio climático ni posados ante el monte chamuscado. Y también ansió la paz en Ucrania desde la unidad, que es algo coincidente en los discursos reales y políticos, porque la razón no distingue ni concibe un relato distinto en las cosas de la guerra como hacen Sánchez y Bildu en la ley de memoria democrática. Estará el Apóstol Santiago rezando tres avemarías y dos padrenuestros por los españoles, que van a encarar un otoño con horizonte de recesión mientras Sánchez aprobaba el mayor techo de gasto de la historia al tiempo que los organismos internacionales obligaban a rebajar nuestra previsión de crecimiento. Quieren hacer un relato-enredo a lo Valle Inclán, greguerías de Gómez de la Serna o entremeses de Cervantes, pero en realidad queda un solar arrasado al que nos enfrenta el sanchismo en declive que, según dijo su inspirador, "va a por todas".

Y aquí esta España acabando julio para adentrarse en hacer el agosto que ni el turismo ni los multimillonarios fondos UE de la siguiente generación van a librar a los españoles del empobrecimiento que padecemos. Inflación (10,8), energía y alimentos por encima de nuestras posibilidades mientras el sanchismo bate récord de ministerios y gasto. El mayor paro de la UE pese al maquillaje de los fijos discontinuos y subida de impuestos para pagar la fiesta y algunos viajes en Falcon, Súper Puma y Audi. Así que cuando se pregunta a Transparencia, silencio administrativo para casos grotescos de viajes de partido o de fin de curso en EE.UU. Pero sobre todo un ahorro milagrero en el viaje de Yolanda Díaz al Vaticano que únicamente se puede deber a la intervención divina del Santo Padre porque con siete asesores y en Falcon sólo costó sólo 224 euros, que eso es más barato que una oferta del Ryanair.

Pese a ese discurso en Aló, Presidente! fuera de pandemia y de lugar, Sánchez promete pelear hasta el final por todos nosotros, el pueblo llano y soberano que le hizo presidente con ayuda de mociones, repeticiones electorales y pactos impensables. Pero ni en su semana de balance le dejaron de perseguir el pasado y el doble rasero con el que la izquierda, y a veces la derecha, encara la verdad económica, política y judicial. El Tribunal Supremo confirmó el martes de consejo de ministros la condena a Chaves y el ingreso en prisión de Griñán por los Ere, dos presidentes del PSOE que durante su mandato tuvieron a su cargo algunas miembras y exmiembras del Gobierno actual y del de Zapatero, que diría Leire Pajin. El impacto económico del mayor caso de corrupción de la democracia son 680 millones de euros, dinero sustraído a los parados y con procedencia de los fondos europeos ahora tan de moda. Dicen el PSOE y el Gobierno que ni Chaves ni Griñán se llevaron un euro, pero lo que ratifica el Supremo son delitos de malversación de caudales públicos y prevaricación bajo mandato socialista en la Junta de Andalucía. Eso explica que el arma arrojadiza de la corrupción usada por la izquierda contra la derecha se ha convertido en un boomerang que ya no da resultado. Como no lo da la resurrección de Franco con la que apuntalar la desmemoria o el dóberman de la extrema derecha cuando perreas con la extrema izquierda. A Griñán sólo le salva el amparo ante un Constitucional de mayoría progre o un indulto, que se entendería mejor que los indultos a los separatistas catalanes condenados por sedición, aunque sería un escándalo.

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