Opinión

Las 'mareas': ¿virtud o necesidad?

LOS DISCURSOS defensores del protagonismo de la ciudadanía en el ámbito local funcionan como un auténtico exorcismo en contextos de desencanto político. Así lo refleja la proliferación de mareas ciudadanas, que origina un número de candidaturas sin precedentes. El panorama recuerda la sopa de siglas de la Transición, pero no es producto de la ilusión ante el futuro, como entonces, sino fruto del malestar social ante la falta de expectativas. Lugo capital y varias villas cabeceras de comarca son el epicentro de esta explosión del pluralismo, siempre beneficioso desde el punto de vista de la expresión democrática, pero la repercusión de este fenómeno en la provincia ante los inminentes comicios municipales también presenta sombras.

Pese al desgaste del PP y del PSOE y la atonía del BNG, estas candidaturas no parten como alternativa sólida de gobierno. Sus posibilidades se reducen, en principio, a convertirse en bisagra de futuras coaliciones. Su potencial se ve mermado por la falta de unidad y, en menor medida, por la testimonial o nula presencia de Podemos, la fuerza de moda. Las divisiones se justifican a menudo por el complicado proceso para cerrar un programa ideológico, pese a que los acuerdos de mínimos son relativamente fáciles en el ámbito municipal, como bien demuestra la práctica de los pactos postelectorales. Estas diferencias obedecen más a intereses partidistas que a las discrepancias propias de la estructura anárquica del proceso asambleario o los personalismos.

En la capital se presentan Lugonovo, fruto de la fusión de Gañemos Lugo y Lugo en Común, y la Alternativa Local de Izquierdas, lanzada desde la órbita de Esquerda Unida. Los impulsores de ambos proyectos no hicieron el más mínimo esfuerzo por entenderse. Foro Lugo Independiente, más que una ‘marea’, es una lista de corte clásico, escorada a la derecha, que también concurre en Outeiro de Rei.

Las discrepancias se repiten en Viveiro. Gañemos Viveiro, con integrantes de Podemos, concurrirá en solitario al no cristalizar un acuerdo con Son Viveiro, vinculado a Esquerda Unida y Anova. Esperta Monforte, Ribadeo en Común, Somos Maioría de Vilalba, Candidatura de Unidade Popular de Sober -formado por escindidos del Bloque- e Iniciativa por Chantada figuran como únicas plataformas ciudadanas en sus municipios. En la última localidad naufragó la lista promovida desde el entorno de Podemos y EU y se consolidó Iniciativa por Chantada, creada por integrantes de Cerna, encabezados por el edil nacionalista Ildefonso Piñeiro. Foz, Plataforma de Futuro es una escisión del PSOE. Compromiso por Galicia no solo se integra en las ‘mareas’, sino que aprovecha las fugas por la derecha en Guitiriz, con la edil Ana Broz, o la de disidentes socialistas en O Páramo. En el centro derecha, Ciudadanos toma el relevo de la Upri en Ribadeo, con uno de sus ediles, y un exconcejal del PP en Cervo, Manuel Vicente González, lanza este partido en Burela.

Las mareas de Lugo, instrumentalizadas por los partidos, no son una alternativa de convergencia

La génesis de las ‘mareas’ en Lugo no responde en realidad al planteamiento de una alternativa de convergencia ciudadana. No nacen como una virtud, con el objetivo de sumar, sino como una necesidad, como instrumentos de pequeños partidos para fomar listas y contar opciones de representación. Las ‘mareas’ lucenses, sin llegar al fiasco de Ourense, donde los agentes del omnipresente baltarismo se colaron en las votaciones digitales para escarnio público, conforman un panorama difuso, alejado del auge que viven en grandes ciudades, como Madrid o Barcelona.


Más allá de esta estrategia coyuntural, cabe preguntarse hasta qué punto estas formaciones simbolizan la nueva contra la vieja política o si venden el mismo vino con otra etiqueta. No hay nada más viejo en política que lo nuevo. Las teorías de Maquiavelo, de corte renacentista, fueron renovadas por Gramsci y un filósofo como Spinoza, precursor de la Ilustración, es reivindicado por los filósofos althusserianos, por citar dos referentes de los teóricos ‘mareantes’. Ese concepto de vieja política fue esgrimido por Ortega y Gasset hace un siglo para criticar el turnismo conservador-liberal de la Restauración, pero muchos de esos cuadros nutrieron las principales fuerzas políticas del periodo republicano.

Son varios los clásicos que resurgen con las ‘mareas’ como campeones de la nueva política. El cabeza de lista de Lugonovo, Santiago Fernández Rocha,al igual que Francisco Rodríguez Lestegás, estuvieron vinculados en su día al CDS. No son recién llegados Zita Méndez, exedil de EU, o Xosé Anxo Laxe, Neves Núñez o Xoán Carlos Carreira, con una dilatada trayectoria en el BNG de Lugo. También son integrantes de Lugonovo, en cuya creación tuvo mucho que ver Compromiso, pero que abarca un amplio espectro, «dende o centro ao rego da extrema». Tampoco son novatos Evaristo Lombardero, de Ribadeo en Común, o el vivariense Orlando Expósito, que fue varios años el único edil comunista en Galicia y ahora vuelve a la liza electoral.

Queda en el aire un interrogante relacionado con el método de elección. ¿Es realmente la asamblea la que le otorga proyección el candidato o es la imagen del candidato la que contribuye a consolidar el proyecto, como es tradicional en la partitocracia? La solidez de la candidatura de Santiago, vinculada al alcalde de Teo, Martiño Noriega, constituye un claro ejemplo de la importancia del conocimiento del líder para ganar proyección. Esa misma lectura puede derivarse de la presencia de veteranos de la ‘cosa pública’ en proyectos lucenses.

Planteadas como un factor clave para asentar la democracia de lo cotidiano, hay que plantearse si estas candidaturas modificarán la distancia persistente entre gobernantes y gobernados. Las élites políticas locales monopolizan las decisiones estratégicas, sin que la mayoría de la población tenga arte ni parte. Como mucho se le informa en el marco de la comunicación municipal, sinónimo de publicidad y propaganda. ¿Acaso los candidatos de las ‘mareas’ variarán el ejercicio efectivo del poder local, más dado a discusiones tecnocráticas entre gestores y asesores que al debate con el vulgo? ¿Cuál es su fórmula mágica para soldar la fractura cívica, la desestructuración social derivada de una democracia mediatizada y televisada? ¿No seguirán utilizando a los ciudadanos como buzón de sugerencias y a los individuos afines como correas de transmisión de propuestas? ¿Afrontarán con decisión, en el ámbito de las competencias locales, los problemas derivados del paro y la pobreza? El resurgir del municipalismo puede acabar en anécdota si las ‘mareas’ no demuestran capacidad de dinamización. Dentro de cuatro años sabremos si cumplen sus expectativas, qué siglas sobreviven y cuáles se apagan al estilo de las candidaturas independientes, que en muchos casos son flor de un mandato.

DIPUTACIÓN. El 24 de mayo están en juego tanto los gobiernos municipales como el de la Diputación, esa obsoleta institución que se lleva la mitad del 13% del pastel presupuestario que el Estado destina a las administraciones locales. El gobierno provincial se nombra en función del número de concejales que cada partido designa como diputados en proporción a los votos obtenidos en los respectivos partidos judiciales. El hecho de que las ‘mareas’ no presenten candidaturas en muchos municipios rurales y de que las plataformas con distintas siglas no constituyan una misma agrupación electoral en cada circunscripción les impide sumar el conjunto de sus votos a la hora de conseguir diputados. Sus sufragios no se traducirán en representación para formar el gobierno provincial, lo que beneficia a los partidos mayoritarios que dicen combatir.

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