Opinión

La termita

ES UNA lenta decadencia. Si la crisis económica dinamitó nuestros bolsillos, como refleja la pérdida de poder adquisitivo de un 11% en siete años sufrida por los lucenses, la crisis demográfica es como una termita que nos conduce hacia una muerte anunciada. Hay lugares del interior de la provincia donde no nace un bebé desde hace años. En otros, todos sus habitantes están jubilados. Las proyecciones demográficas son demoledoras. El Gobierno gallego propone un pacto por la demografía, encaminado a incentivar la natalidad, pero no será fácil evitar la desertización, sobre todo en provincias como la nuestra, con un tejido industrial endeble, un medio rural tocado por la crisis del sector lácteo y el evidente abandono de la actividad agraria. Ni los seis municipios lucenses que mantienen una tendencia de crecimiento en el padrón de habitantes, entre ellos la capital, se salvan del desequilibrio en la pirámide de población. Esta tragedia nos lleva a un menor número de trabajadores activos, un menor consumo y un mayor número de viviendas vacías. La propuesta de la Xunta, después de tantos años de resignación e indiferencia política, suena como un brindis al sol. De nada vale la buena intención de convencer a los jóvenes de que tener hijos es bueno para el país. Solo un fenómeno de inmigración masiva nos podría salvar de la debacle. No somos un destino atractivo dentro del sueño europeo.

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