Opinión

A vueltas con la pasta

La fragmentación política en Lugo capital nos hace pensar que los candidatos no concurren a unas elecciones locales, sino que buscan un chollo con un buen sueldo en estos tiempos de precariedad. Una campaña electoral es un túnel bastante más corto que unas oposiciones. De no ser así, resulta difícil entender por qué no se fusionan algunas listas separadas por matices. En otros casos, uno prefiere ser el rey del gallinero, aunque sea más pequeño, como Carlos Portomeñe. Tras lograr un acta de edil para Ace, la arriesga al seguir en sus trece y no aliarse con Podemos para prolongar y asentar la presencia de un proyecto político casi similar, ya fuera él de cabeza de lista o el podemita Josito Pérez.

Las alusiones a la pasta llegaron a la campaña. Portomeñe demanda que el sueldo de la alcaldía se rebaje casi a la mitad de lo que cobra la regidora socialista, Lara Méndez, la tercera mejor pagada de Galicia. Solo sus homólogos de Vigo y Pontevedra superan su salario bruto de 67.000 euros anuales. El problema no es la cantidad, sino la eficacia en la gestión y la transparencia para evitar enriquecimientos ilícitos. Los ediles lucenses entregan una declaración de bienes que queda bajo la custodia del secretario municipal. Estas declaraciones deberían ser públicas, como propone Olga Louzao, de Cs. Es algo que ya sucede en el Congreso y en el Senado.

La transparencia pasa también por un registro de obsequios. En Dinamarca prohíben los regalos. Aquí, la mala costumbre dicta que un político o alto funcionario no es nadie si no le envían una caja de marisco. Es saludable tomar nota de quién los aprecia tanto.

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