Opinión

Despolitizar

HACE VEINTE años un empresario gallego de la comunicación me advirtió de mi obsesión por la política. "No te obceques, esto de la Xunta y el Parlamento no interesa fuera de Santiago, la mayoría no conoce nada más que el nombre del presidente", me dijo. Podía habérmelo tomado como una boutade, como una ingeniosa caricatura de la realidad; pero no. No vi en él ninguna intención de impresionarme con su agudeza, simplemente me estaba diciendo lo que ocurría y que cambiara la línea de mi trabajo. No le respondí, pero pensé: pues si no quieren caldo, les daremos dos tazas. Y seguí –siempre con la misma tensión laboral- a lo mío, pues entonces, como ahora, la politización de la sociedad me parecía fundamental para que pudiéramos progresar adecuadamente y no como lo estábamos, estamos, haciendo. Y hoy, veinte años después, me sorprendí diciéndome: el Parlamento gallego no existe fuera de Santiago. 

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