Opinión

Traiciones

Otro ciclo de gobiernos zurdos se cierne sobre América Latina. Nuevos rostros sustituyen la ola rosa de principios de siglo. ¿Podrán con el reto?

TENGO un amigo, de los más antiguos, de correrías juveniles y partidas de fútbol, que viró del PP a Vox. Ninguna novedad. Y menos en un expatriado venezolano que se caló —aguantar en la jerga de allá— la verborrea del socialismo de este siglo. Me acribillla en wasap —y en guasa— con la sana intención de combatir mi intoxicación ideológica.

Él confiesa que la diagnosticó en aquellos días felices de la Gran Venezuela, aunque mantuvo in pectore sus advertencias, con lo bien que me hubieran hecho. Esperaba quizás esta era de influencers y redes sociales donde navegan los desahogos. Aunque desmedido, evita tildarme de comunista o terrorista porque, dice él, soy un alma descarriada.

"Eres de los pocos rojos buenos que conozco", dice uno de sus wasap. Un rojo descolorido. Ni siquiera llego a rosa, como llaman esa primera ola de gobiernos izquierdistas con sede y dólares en Caracas que se expandió, al norte, a Honduras y, por el sur, hasta la Patagonia.

Como la cosa es de ida y vuelta, haciéndome el listo le cambio el tercio y le hablo de Adolfo Suárez y su traición, con permiso de Javier Cercas. También de Teodoro Petkoff, exguerrillero y excandidato presidencial en Venezuela, de sólida obra escrita.

Un revisionista Petkoff, excomulgado por la iglesia marxista por cuestionar dogmas y quien alertó sobre el déficit democrático de algunas de estas izquierdas. Me fascinan esos personajes, de cualquier signo y credo, que actúan contra el destino que les señalan.

Es un vano intento de desintoxicación. Mi amigo me adelanta el fracaso de esta nueva ola que ahora soplan Boric, desde el sur, y Petro, en el Caribe. "El tiempo me dará la razón", insiste. Me aferró a las traiciones.

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