Opinión

Estado de bienestar y política social

Cuál es la posición del Estado social del bienestar en materia de política social? Para responder a esta pregunta es menester definir lo que debemos entender por política social. La política social, según Messner, consiste en las medidas e instituciones del Estado para proteger a los grupos sociales que dependen del trabajo contra todo perjuicio en la participación del bien común. Entre las medidas de la política social, cada vez más necesarias, se encuentran, entre otras, una protección de la salud digna y humana, una protección del salario a través de la seguridad social general y una protección de los convenios colectivos para que las condiciones de trabajo permitan la realización del hombre en su plenitud.

También en estos casos la acción del Estado está vinculada por el principio de subsidiariedad, de forma que en muchas ocasiones la integración social es posible dejando a los individuos y grupos que los representan la iniciativa en esta materia. Conviene recordar que la acción social del Estado debe extenderse a la protección de la salud, del salario y del contrato. 

El Estado debe garantizar el cumplimiento de los derechos humanos en el marco del bien común. Por eso, el modelo del Estado social del bienestar implica que la acción pública, en el marco de la subsidiariedad, se oriente hacia la dignidad de la persona, que es la fuente y la garantía del bien común, de manera que la intervención, cuando sea necesaria, tiene siempre esta connotación de servicio al hombre que vive en comunidad. De ahí que sea incompatible con el modelo del Estado social del bienestar la creencia de que el mercado por sí mismo todo lo arregla. 

Sabemos que el liberalismo económico a ultranza implica fallas sobre los derechos humanos; por eso, la intervención pública debe legitimar un orden económico al servicio del hombre. Quizás en este sentido puede entenderse la doctrina de la llamada economía social de mercado, que me parece 
que se encuentra en la entraña de lo que debe entenderse por el Estado social del bienestar. Una doctrina que, como todas las fórmulas equilibradas, es bien difícil de practicar. Sobre todo en tiempos de fuerte ideologización como los que nos toca vivir.

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