Opinión

Entendimiento en tiempo de coronavirus

Una de las características que mejor define los sistemas ideológicos cerrados que protagonizaron buena parte del siglo pasado, que tanto daño provocaron a tanta gente, y que ahora regresan de la mano de la excepcionalidad de la crisis sanitaria, es el enfrentamiento como metodología de acción política. En efecto, estos sistemas pretendieron aplicar unilateralmente a la realidad determinadas teorías inspiradas en esquemas ideológicos conformados de forma abstracta que se aplicaron unilateralmente, sin contraste, a la realidad, con las consecuencias que todos conocemos, incorporando a su núcleo doctrinal el enfrentamiento como método, lo que significó, obviamente, confrontación, desencuentro y búsqueda de lo que diferencia y separa por encima de todo. Hoy, en plena crisis del coronavirus, ya no disimulan.

En este ambiente, las normales y lógicas discrepancias inherentes a la vida política se convierten en el centro sustantivo de la vida democrática, desvirtuándola y desnaturalizándola gravemente. Sobre todo, cuando semejante esquema de contrarios y oposiciones se aplica, con ocasión y sin ella, a todos los aspectos de la vida política, económica y social. Por eso, quienes no quieren el acuerdo, quienes no están por el entendimiento, concebido como medio y no como fin, intentarán boicotear como sea el necesario clima de consenso que hoy debe estar presidido por el único objetivo común: salvar vidas humanas y después reconstruir el país.

Nuestra experiencia política reciente, la transición política a la democracia, demuestra hasta la saciedad que tal esquematización maniquea es tan falsa como la clasificación de los partidos políticos entre buenos y malos. Con procedimientos de análisis de este corte, que divide a la sociedad entre tirios y troyanos, la persona queda subordinada a su ubicación en el espectro ideológico. De esta forma, se olvida lo más importante, lo que las personas normales reclamamos a los dirigentes en este tiempo de pandemia: que se ocupen en exclusiva del único objetivo: curar a los enfermos, detener el coronavirus y después proceder a la reconstrucción nacional.

Resulta en verdad dificil en una sociedad democrática pretender la disyuntiva que algunos plantean a los ciudadanos cultos e informados de cualquier sector: o eres de los nuestros o estás contra nosotros. En cambio, cuando las personas son la referencia del sistema de organización político, económico y social, entonces aparece un nuevo marco en el que la mentalidad dialogante, la atención al contexto, el pensamiento reflexivo, la búsqueda continua de puntos de convergencia y la capacidad de conciliar y sintetizar sustituyen a la obsesión por el enfrentamiento. El acuerdo será una filfa si no se antepone al cálculo político el combate al virus y la salida de la crisis en las mejores condiciones.

El método del entendimiento, que tan buenos resultados arroja cuando se practica sin prejuicios, y cuando se funda y explica sin miedo, es menester que vuelva a presidir la vida política, pues, de lo contrario, nada bueno puede derivarse de esa perversa manía de cerrar puertas y abrir heridas que ahora, desgraciadamente, ha vuelto a tomar protagonismo de forma sutil en la forma en que se maneja la crisis desde la cúpula.

Precisamos que el método del entendimiento, compatible, solo faltaría, con las diferencias, a veces incluso graves, sustituya en la substanciación de la vida democrática a las bipolarizaciones dogmáticas y simplificadoras del pensamiento único, estático y cerrado que vuelve de nuevo por sus fueros.

Obviamente, para los acuerdos que se persiguen será necesaria mucha discusión y debate, muchas conversaciones, muchos momentos críticos. Para eso los dirigentes parlamentarios no deben hurtar la discusión evitando el trágala y convirtiendo los acuerdos en un contrato de adhesión.

Si los actores políticos pensaran de verdad en el bienestar de los españoles y no en prácticas de manipulación para que gane su posición, los acuerdos serían muy sencillos. Cuanta ‘ideologitis’ se ha inoculado en este tiempo y cuanta desideologización precisamos. Ojala quienes son ahora los representantes de sus conciudadanos de verdad antepongan, eso que tanto pregonan del interés general, a los intereses partidarios. Ojala.

Comentarios