Opinión

Fin del despotismo democrático

EL MUNDO de la política no podía seguir así. Un mundo en que valía todo con tal de conseguir el poder político absoluto. Un mundo donde no habría barreras ni límites para barrer de la escena política a los adversarios, sin pensar que ese comportamiento puede, a su vez, acabar con la credibilidad de los políticos y, sobre todo, con la propia democracia.

Espero que en el año 2016 los resultados electorales aumente los procesos participativos y que se tenga que hacer un esfuerzo importante por parte de los partidos, para convencer a los ciudadanos de que la democracia es más que un acto electoral, ya que con el pasotismo lo único que se consigue es abrir la puerta a la manipulación social y a los “salvadores de patrias”, que después de instalarse en el poder, lo detentarán por décadas.

Con la actitud de algunos políticos, parece que se desea, desde un planteamiento de pensamiento único, crear un despotismo temible. Ya afirmaba De Potter que “el único despotismo temible es el de aquellos tiranos que se titulan paternales y que bajo un cetro de hierro hunden a los pueblos en el seno de la ignorancia y la corrupción”.

La falta de solidaridad social y la ignorancia sobre cómo funciona el sistema económico impiden ver a los verdaderos culpables de las crisis financieras. Pero las verdaderas desgracias son tener a una serie de acólitos dispuestos a confundir a los ciudadanos y el alimento que permite el acceso de los déspotas al poder. Pues como afirmaba Ali Pacha: “En los gobiernos de los déspotas puede más el oro que el propio déspota”.

Louis Armand decía que las democracias se reafirmaban por una buena estructura informativa variada; por eso el control del periodismo es un objetivo primordial. Según este escritor francés: “Una democracia es tanto más sólida cuanto mayor volumen de información de calidad puede soportar”. Pero por desgracia, los procesos de concentración en los países occidentales son cada vez mayores, como estamos viendo en España. La democracia debe tener un proceso continuo de perfeccionamiento y de búsqueda de un profundo sentimiento de solidaridad y de fraternidad mediante los procesos de comunicación.

Franklin Delano Roosevelt afirmaba que “una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”. Me preocupa el año 2016 por su incierto porvenir político. Probablemente se tomarán decisiones en defensa de los intereses de los déspotas en sus acciones políticas. Se producirá un retroceso en la sociedad del bienestar, para así disponer de más dinero para repartir entre las clases dirigentes económicas. Se impedirá que se aplique una política de progreso como la definía Joaquín Costa: “La Escuela y la despensa, la despensa y la escuela; no hay otras llaves capaces de abrir la regeneración española”. Pero por lo que se ve, se tenderá a la privatización de la enseñanza en detrimento de la enseñanza pública.

2016 será un año decisivo para comprobar si la derechona ha perdido su vieja táctica y se centra, ideológicamente hablando. Pero la historia nos dice que el paso de la derecha por el centro siempre ha sido un movimiento táctico, como hizo el señor Aznar en su momento, para después continuar con su estrategia de derechas carpetovetónicas.

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