Opinión

El retorno

Héctor Acebo, en Tarata, Cochabamba. JULIO CÉSAR UREÑA
photo_camera Héctor Acebo, en Tarata, Cochabamba. JULIO CÉSAR UREÑA

UNA IMAGEN condensa tu retorno a Bolivia, concluidas las vacaciones invernales: antes del amanecer te despiertas, presa del jet lag, y, durante bastantes segundos, no tienes claro si te encuentras en tu Santiso nativo, en Lugo o en Cochabamba. Se te hace extraño no escuchar las cariñosas voces de tus padres, el idioma gallego. En efecto, siempre duele dejar tu tierra, la gente a la que más quieres, el espacio en el que aprendiste a enfrentarte al mundo; pero sabes que en Bolivia te esperan sugerentes retos profesionales, intelectuales, artísticos y, desde luego, vitales. Aquí seguirás creciendo en experiencias y abriendo tu mente. Además, te encuentras donde más se te valora y se te respeta, y esa deuda será siempre impagable para ti; ahora sabes que la dignidad de una persona se fundamenta especialmente en el deseo de integrar al extranjero. Por todo ello, aunque ames tu tierra, aunque conozcas el sabor de la añoranza, regresas convencido de que hoy tu sitio está en el país latinoamericano.

Cae la tarde sobre Cochabamba, y de vuelta a casa recuerdas aquella frase de Gemma (otra emigrante europea) en la serie argentina Vientos de agua, dirigida por Campanella: "Yo sigo avanti. Avanti antes y avanti siempre". Pues eso: adelante, pero con la memoria intacta.

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