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Jurassic World

EL PRIMER ‘Parque Jurásico’ —aquel que montó Richard Atemborough con un cariño paternal hacia sus criaturas— tenía intención de reproducir fielmente los bichos y su ecosistema. Lo importante para el emprendedor era, primero, conseguir devolver a la vida a unos seres extintos, en una demostración prometeica de sus habilidades con el ADN y el ámbar; y segundo, enseñarlo al mundo y a un grupo de científicos expertos en la materia, en un ejercicio dignísimo de egolatría y soberbia. No voy a decir que a Steven Spielberg le pasaba lo mismo con su película, pero parecido. La había vaciado tanto de contenido, que el único motivo por el que se llenaron los cines fue el de observar cómo era capaz de recrear dinosaurios con los efectos digitales de los Estudios Stan Winston.

En ‘Jurassic World’, los empresarios del campo -y prácticamente todos sus trabajadores- son unos mercenarios del entretenimiento que no sienten ningún respeto por sus animales. El desprecio es tan grande que disponen de un laboratorio donde manipulan células y fabrican nuevos bichos, más feroces y a los que les ponen nombres de multinacionales. Las consecuencias son inevitables, y el Indominus Rex, un híbrido entre T. Rex y velociraptor, escapa de su jaula para sembrar el pánico en el parque. La causa de todo esto está en que los dueños de ‘Jurassic World’ notan un descenso en las visitas. La audiencia pide novedades. Constantemente.

No deja de ser curioso cómo un producto como este, franquiciado e hipervitaminado para recuperar una vieja marca rentable, critica al capitalismo en sus ideas básicas de crecimiento constante y búsqueda de rentabilidad económica como único motor. En ‘Jurassic World’, las atracciones buscan los límites en una manipulación constante de una naturaleza ya adulterada, no por inquietud científica sino porque reproducen las reglas del sistema.

Colin Trevorrow -heredero de Spielberg en fondo y forma- propone volver a los orígenes de un entretenimiento más entusiasta. La lucha godzilliana entre saurios transgénicos y dinosaurios del ‘Parque Jurásico’ representa esa defensa de un cine comercial con más imaginación y menos repetición. Más ‘Tiburón’ -precisamente el animal engullido por un mosasaurio de más de treinta metros- y menos ‘Vengadores’. La contradicción implícita en todo este discurso es que aquéllos cineastas de los ochenta fueron a su vez el tsunami que arrolló un cine más adulto, más arriesgado y más cercano a la realidad del espectador.

Título: Jurassic world.
Director: Colin Trevorrow.
Reparto: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard.
Calificación: 2 / 4

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