Opinión

Nunca se destruye del todo

Y EN esto que va una mujer, de unos cuarenta y cinco años, que se dedica a actuar en el equivalente americano del club de la comedia de aquí, y que un buen día, así de pronto, en el inicio de una actuación, saluda a todo el mundo y les dice, en un tono que podría entenderse como festivo: "¡Hola a todos, yo tengo cáncer y ustedes, qué tal? ¿Cómo lo llevan?". Algo así. En ese instante ardieron las redes y su monólogo se hizo viral en pocos segundos. A partir de ahí, Tig Notaro experimentó un éxito fulminante que fue acrecentándose con propuestas que se salían de su radio de actuación, y que no hicieron otra cosa que convertirla en una estrella mediática.

Primero fue ese punto de inflexión, después fue un documental autobiográfico, más tarde un libro y luego una serie. Ahora imagino que estará lidiando con un pensamiento ambiguo con respecto a la mala suerte. Quiero decir que no llegará al estado de deseo, pero que, bueno, teniendo en cuenta lo bien que le salió la vez anterior, quizá piense que no es una mala vía para explotar. No se puede negar que ha sabido aprovechar su momento de desgracia. Y que le ha dado la vuelta a verdaderas tragedias para convertirlas en cosas que pasan en la vida, cosas que golpean pero no tumban, cosas que destruyen pero no absolutamente. Queda —siempre queda— un resquicio, que puede devenir en algo que salva. Incluso que sana. En el mismo año, en cuestión de pocos meses, Tig Notaro se enfrentó a la muerte accidental de su madre, a un diagnóstico poco halagüeño de cáncer de mama, a una posterior doble mastectomía y a una enfermedad intestinal rara no, rarísima, denominada C. Difficile, que ya con eso, está todo dicho. Y con ese panorama, lo que decide es buscarle el humor y sacar de ello algo que, al menos, ayude.

One Mississippi no es exactamente una comedia, no es deternillante ni irrespetuosa con la tragedia, ni con el dolor. Es, más bien, un acercamiento ingenioso, con toques sarcásticos y, sobre todo, una mirada serena y honesta sobre una realidad particular, que es la suya. Incide también en dos temas polémicos como son los abusos sexuales y la homosexualidad. La historia, por tanto, tiene temas suficientes en los que adentrarse y escarbar. No es, sin embargo, una serie enfocada desde una perspectiva reivindicativa ni, digamos, peleona. Se presenta, por el contrario, como una sencilla historia en la que suceden cosas que marcan a la protagonista de una manera única, y de cómo las decisiones que va tomando frente a todo lo que le sucede, dibuja una persona distinta y, aunque puede que no mejor, sí más feliz.

No hay grandilocuencias ni melodramas imposibles. Hay la vida transcurriendo y golpeando. El resto de personajes son más y menos interesantes, siendo los próximos —los familiares y amigos— perfilados con mayor empeño y los circunstanciales, con menos definición. Tampoco parece que haya sido otra la intención. En poco más de veinte minutos, lo que se relata es la biografía de alguien que ha pasado por acontecimientos tremendos y que ha sobrevivido y que, gracias a ello, ha podido contarlo. Tampoco estamos ante la serie más grande de todos los tiempos. Sobre todo, con lo que nos encontramos es con una actitud.

Una actitud en la que se conjugan la sinceridad, la libertad, la valentía y el humor. No se trata de una heroína sin miedos, sino de alguien que lucha, a su manera cómica y tranquila, por intentar seguir haciendo lo que le gusta y ser feliz. Y ya que nos lo cuenta, está bien recibirlo con la humildad y alegría propias de los que tenemos siempre cosas que aprender.

Ver la desgracia ajena
Pues no va el otro día y me coincide ver en la tele Las Kasdashian. Me hice un poco de lío porque no sé quién es quién y básicamente todas hacen lo mismo, pero me quedé hasta el final para intentar averiguarlo.

Era un episodio en el que una de ellas se iba con su marido a París, en un viaje que esperaba romántico, y que resultó bastante desastroso porque él se fue con sus amigotes a disfrutar y la dejó plantada en el puente de los candados. Reconozco que fue muy triste.

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