Opinión

No te volverás a perder jamás

ES COMO LO describían. Pisas el acelerador y el coche avanza. No es necesario saber mucho más. Si no prestas atención, apenas notas cómo se van engranando bajo el pedal las diferentes velocidades, que se suceden suave y progresivamente en el momento preciso, casi adelantándose a tu propia voluntad. Sólo tienes que preocuparte por acelerar y frenar. El coche cambia automáticamente de marcha y nunca se cala. No te hace falta usar la pierna izquierda porque no hay embrague. Puedes disponer libremente de tu mano derecha porque no hay que accionar la palanca de cambios. Si activas el regulador de velocidad, tampoco es necesario que uses la otra pierna. Basta con que guíes el vehículo a través del volante, como si estuvieses sentado en una cómoda butaca mientras te desplazas. No tienes que preocuparte de conducir porque es el coche el que conduce por ti.

Ya no necesitas las bibliotecas. Y tampoco las enciclopedias. Tecleando las palabras clave en un buscador, accedes de forma instantánea a toda la información que necesitas, bien peinada y convenientemente aseada. Se acabó tener que recorrer docenas de tomos o estanterías mientras tu dedo índice repasa el alfabeto. Ya no necesitas llenar una mesa con distintos volúmenes para saltar de uno a otro durante horas relacionando conceptos. Ya no te hace falta el silencio. Ahora puedes acceder a tus propias conclusiones, que alguien ha escrito previamente por ti, consultando la palma de tu mano desde un taburete del bar o el asiento del autobús.

Una mano en la que, además, tienes fotos ilimitadas. Que te libera de cargar con una cámara y un objetivo. Que está a tu disposición en todo momento, batería de litio mediante. Se terminaron los carretes. Y las tiendas de fotos. Ya no es necesario aprovechar la oportunidad. Las doce, veinticuatro o treinta y seis oportunidades que tenías. Ya no hace falta estar seguro antes de disparar. Ya no hace falta preparar la escena. Puedes ser espontáneo y volver a serlo y serlo una vez más. Todas las que haga falta hasta que la imagen, gastada y manoseada, parezca todo lo fresca y natural que desees. La precisión, la técnica y la ceremonia se han convertido en opcionales.

Ya no hace falta preparar la escena. Puedes ser espontáneo

Los libros ya no ocupan espacio. Ni los reproductores de música. Ni los mapas. No te hacen falta estanterías, ni marcadores de páginas, ni vinilos ni cedés. No volverás a estropear las esquinas de las solapas. Ya no tienes que escuchar tus discos favoritos una y otra vez ni matar el tiempo con sus portadas y sus libretos. Puedes transportar millones de canciones ingrávidas en el fondo del bolsillo. Ya no te hace falta estudiar ni planificar el recorrido antes de salir de casa. Basta con seleccionar un destino mientras el semáforo, siempre paciente, no termina de ponerse en verde. No te volverás a perder jamás.

Ahora todo es mucho más fácil y mejor. Todo es inmediato. Y automático. Y digital. Poco a poco, el progreso va dejando atrás lo analógico, lo orgánico, lo manual. Arthur C. Clarke dejó escrito en Perfiles del futuro que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.

Ahora el mundo es un lugar lleno de magia. Cómo extraño perderme de vez en cuando.

Comentarios