Opinión

Lo que dicen por ahí

Los chapurreos en la red llegan a los medios 'serios'. Y a veces tienen razón

SI HAY algo que no quiero hacer aquí bajo ningún concepto es comentar absolutamente nada vinculado a las redes sociales. Por eso estoy muy agradecido a María Casado, la presentadora de TVE, que llevó a su programa toda la metralla que hubo durante el verano a propósito de facturas por conceptos extraños y que sin ningún problema le pueden hundir el negocio a alguien.

Es un tema delicado así que vayamos por partes. Muchos de los casos que se fueron conociendo se lo tienen más que merecido. Sin ir más lejos hace poco tiempo comentaba en esta misma sección la mala fama que se ganó el bar y restaurante que hay sobre la playa de As Catedrais. Eso me costó alguna recriminación, aunque todo sea dicho, sin demasiada convicción por parte de quienes me dijeron que, hombre, tampoco era para tanto. Siendo una obviedad lo de la mala fama, tal vez su dueño debería pensar de dónde viene y tratar de corregirlo.

Pues a comienzos de la semana pasada María Casado planteó casos de gente a la que habían cobrado por un cubito de hielo o por ponerle cubiertos para comer. Lamento no haber visto todo el programa porque esperaba ansioso que hablasen sobre el Fumarel de Ribadeo y su famoso cobro por el descorche de una botella.

Hay que ver. Cuando pasó aquello me invadió cierto sentimiento de pena por los dueños del local y un hondo orgullo por trabajar en esto. Fue una de esas pocas ocasiones en las que queda patente la trascendencia de una correcta elección de las palabras. Gervasio Cao, o Nuño (a quienes conozco) o la hermana de este, a la que no conozco, los dueños del local, se metieron en ese embrollo solo por una cuestión puramente semántica, porque desde luego en lo que a criterios de hostelería se refiere tenían toda la razón del mundo.

La cosa es sencilla y fácil de explicar: si compras una botella para llevar a casa te sale más barata que si te la vas bebiendo en la barra pidiendo una copa tras otra. El que compró la botella se dio cuenta, compró la botella como si se la fuese a llevar, pero se la bebió allí. Y ahí llegó el problema del restaurante, que a la jugarreta que le querían hacer se le llamó "descorche de botella" y el resto ya lo conoce todo el mundo.

La cosa acabó en el Huffington Post y en alguna televisión a las que, ya se sabe, el verano se les hace larguísimo y hablar del tiempo no da para llenarlo todo siempre. No es ninguna broma.

Por primera vez vi (juro que no me lo invento) algún comentario negativo sobre el todopoderoso Villaronta. Para quien no lo sepa, es una pulpería de Ribadeo de las de toda la vida reconvertida en fenómeno de masas difícil de concebir y aún más de explicar, pero ahí está. Casi tan conocida como As Catedrais. Bueno, la crítica no era exactamente sobre el Villaronta en sí, sino sobre que hay que esperar demasiado para lo que se come luego. ¿Y qué creían que iban a comer? Es una pulpería. Pulpo, calamares...

Son solo algunos ejemplos, pero ambos son totalmente injustos. En uno el problema era léxico y en otro ni siquiera había ningún problema: si ves mucha gente y no quieres esperar, vete a otra parte, no es tan complicado. Pero en los tiempos que corren, cualquier idiota te pone a parir en estas plataformas tipo Booking o Tripadvisor y luego no es tan sencillo darle la vuelta.

Me llegaron a contar el caso de uno que puso a parir en Tripadvisor un restaurante que ni tan siquiera había abierto todavía. Con mucha sorna, los dueños le invitaron a comer aunque comentaban que seguramente no aceptase la invitación porque ya sabía de antemano que no le iba a gustar la comida. El humor es casi siempre un arma infalible muy difícil de desarticular, por eso en el PP no encuentran manera de meterle mano a El Intermedio, cuya escalada de audiencia el año pasado no parecía haber tocado techo, y además a costa de otro trasatlántico, El Hormiguero. Claro que no creo que sea mérito de El Gran Wyoming, ni siquiera de esa mujer inimaginable que es Sandra Savatés, sino del tono repetitivo y cansino de El Hormiguero, que parece haberse metido en un bucle conocido: lo hacen siempre bien pero hacen siempre lo mismo. Ya casi da igual quién sea el invitado.

Es una pena que la elegancia y, por qué no decirlo, cierto temor, me asuste para reproducir aquí los comentarios sangrantes sobre algunos restaurantes de nuestra zona que en varios casos se ganaron a pulso. Todavía andan por ahí para quien tenga curiosidad. Después de todo, hay que reconocer que nos radiografían bastante bien. Ahora que ya lo sabemos, haríamos bien en ocultar nuestras vergüenzas.

EL GUSTO: Una instalación nueva para una piscina que es un ejemplo

EL ALCALDE de Xove, Demetrio Salgueiro, puede estar más que satifecho de cómo le funciona la piscina climatizada. Pero al igual que todo es susceptible de empeorar, también debería serlo de mejorar. Y aunque no suele ocurrir, en este caso será así y en diciembre la piscina de Xove tendrá nueva climatización, al menos, si todo se desarrolla según las previsiones que maneja el propio Salgueiro. Ya se le repuso la cubierta y una parte de las canalizaciones, así que con estas mejoras, se ofrecerá un servicio aún mejor del que ya tiene y que es reconocible en toda la comarca mariñana.

EL DISGUSTO: La situación de José Lamas, un reflejo de nuestra zona rural

UN GANADERO cualquiera, José Lamas, de Riotorto, tuvo la mala suerte de encontrarse con una tuberculina positiva en una de sus vacas. ¿Resultado? Tendrá que extinguir su cabaña completa. Vacas, cabras y ovejas. En Galicia la cosa va así. Él se ofreció a ir pagando de su bolsillo la prueba de la tuberculosis para salvar a los animales sanos. Pero no. El alcalde, Clemente Iglesias, mostró su indignación, pero solo una vez y en privado, al ganadero. Luego dejó correr el asunto. Medio Rural no dice más que hay que matar todos los animales y ofrece una indemnización de risa. Nuestro rural, se muere.

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