Opinión

Las reglas del juego

RECUERDO CON un sabor agridulce los juegos de mi época infantil.

Por un lado, con la nostalgia propia de una etapa en la que fui muy feliz y que ya no volverá, pero por otro que es el más importante, rememoro el importante aprendizaje a través de los juegos. Porque cuando uno gana todo es más sencillo; pero cuando uno pierde, es ese el momento en el que hay que demostrar que clase de persona se es, y no pensar que los que han obtenido el triunfo son unos tiranos. Me refiero a un juego limpio, sin trampas, evidentemente.

Aceptar las reglas de cada juego implica una responsabilidad, no se pueden cambiar si la cosa no va como tú quieres, y menos adecuar las pautas de actuación con engaños y malas tretas, según el capricho de cada uno. Los que hacen eso sí son unos tiranos. En caso necesario de modificación o cambio, hay que hacerlo entre todos.

Recuerdo pasear con mi abuela, y aprovechándome de su debilidad por mí, cuando la conducía a diversas jugueterías. Me viene a la cabeza la que estaba, en las entonces únicas Galerías Oliva, la juguetería de Askal, de unos amigos de ella.

Me acuerdo de la espada láser de Star Wars que me compró. Con ella me imaginaba combatiendo el mal en la galaxia frente a Lord Wader; pero ese sólo era juego para uno, y esos no me gustaban tanto.

Cosa distinta cuando conseguí aquellos tan famosos Juegos reunidos Geyper, que disfruté con mis amigos hasta que se rompieron por viejos. En estos sí que había que aceptar las reglas.

En esas partidas lúdicas como en otras muchas, a veces aparecía algún listillo que con sus tretas, sus trampas y su mal perder no hacía otra cosa que sembrar dudas entre los que menos conocían esas reglas, y aprovechando la ocasión para ir alimentando un clima de cabreo generalizado, que a veces acababa en gresca.

Pues bien, aunque la cosa pública no es un juego, también tiene sus reglas.

Esas reglas que nos han venido dadas por el consenso de los que nos precedieron en la vida, y al igual que aquellos prospectos que nos llegaban con el embalaje de cada juego con las indicaciones pertinentes, deben ser aceptadas por todos los participantes que, libremente han querido ser un miembro más en la partida.

Como demócrata que soy, no de Twitter ni de Facebook, si no de mi proceder en la vida, no puedo sentir más que vergüenza e impotencia por lo que están haciendo una pandilla de descerebrados especialmente en Cataluña.

Señores, nadie les obligó a entrar a formar parte del juego democrático que representa el devenir diario de un país al que pertenecen, España, que tiene una Ley de leyes, que es la Constitución Española, y una separación de poderes que garante, precisamente, el cumplimiento de unas reglas básicas del juego entre personas que odiamos las dictaduras.

Deben tener claro que una vez que aceptas participar en un sistema, no debes hacer lo que te da la gana, y mucho menos confundir a la gente con consignas que, siendo una falacia, a base de aleccionarlos y repetírselas hasta la saciedad, lo único que buscan es la ofuscación del pueblo para manejarlo a su antojo.

Sinceramente no tenía pensado escribir hoy sobre este cansino tema, pero la verdad al haber leído barbaridades tales como que "están deteniendo a gente sin orden judicial", "que están deteniendo a gente por expresar libremente sus ideas", "que estas detenciones son un ataque a la democracia y a la libertad de expresión", u otras lindezas tales como "Cataluña está siendo atacada por un Estado totalitario", "la Guardia Civil está actuando contra Cataluña".

Ya está bien de tanta demagogia y tanta estupidez, aquí solo hay dos posibilidades, o ustedes están como verdaderas cabras, o son unos delincuentes que no cumplen la ley; en ambos casos hay que tomar medidas para mantener el orden público, y lo que es más importante, garantizar la vida en libertad y democracia de sus vecinos y de todos los españoles.

Porque miren, la Guardia Civil, en sus funciones de policía judicial, sigue las órdenes del juzgado nº 13 de Barcelona y de otros jueces y tribunales. Las detenciones de algunos funcionarios y altos cargos públicos se han efectuado por sus acciones delictivas, no por sus ideas. Estas detenciones son la consecuencia jurídica, esperada, lógica y prevista por el ordenamiento jurídico en caso de su incumplimiento.

Y no se actúa contra Cataluña, sino contra unas personas que cometen ilegalidades, contra un Gobierno autonómico que ha dejado de representar a todos los catalanes para representar sólo a la minoría que quiere la independencia.

Y señores, España no es un Estado totalitario, sino un Estado social y democrático de derecho que, con sus carencias y defectos, se somete al ordenamiento jurídico en su actuación. por el contrario, la actuación totalitaria que es aquella que no se somete a la ley, y es lo que se ha venido desarrollando desde hace tiempo en el parlamento Catalán y en la Generalitat.

Y en lo que respecta a la Guardia Civil, que viendo las imágenes de lo que algunos les están haciendo deben ser santos porque ¡vaya paciencia la suya!, no actúa por antojo, lo hace siguiendo las órdenes de los jueces.

Esto es lo que ocurre cuando un tramposo se salta las reglas del juego, entonces no se le puede dejar que continúe la partida.

Este pasado viernes, el ministro de asuntos Exteriores del Gobierno de España alfredo Dastis manifestaba ante la asamblea de Naciones unidas que, “cualquier desafío a las reglas del juego democrático tendrá la respuesta de los poderes públicos que tendrán que garantizar la seguridad, los derechos y libertades de todos los ciudadanos”.

Pues así es, y no se puede tildar de atentado a la democracia la actuación ni del Gobierno de España ni de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, eso es lo que tienen que hacer; cosa distinta es el proceder de los insensatos gobernantes catalanes y sus palmeros, partidarios de la secesión de una parte de España que es una e indisoluble ante la Ley pactada y votada por todo el conjunto de los españoles.

Como demócrata me duele lo que está pasando cuando me insultan, porque eso es lo están haciendo conmigo y con toda la ciudadanía española, esa pandilla de malandrines que están “montando” la gresca en Cataluña.

Pero he de confesarles que lo que más me duele, aún si cabe, es que muchos miembros del gobierno de mi ciudad de pontevedra, jaleen a esos mentecatos y delincuentes, y lo hagan con las más descabelladas mentiras a través de las redes sociales o declaraciones de lo más fuera de tono, que cualquiera un poco leído, ya no digo conocedor de la Ley, se echaría las manos a la cabeza.

Señoras y señores independentistas catalanes y nacionalistas aprovechados de otras partes de España, dejen de protagonizar esa película de ciencia ficción, dejen ya de hacer de trileros, y abandonen las trampas y los embustes.

Ustedes libremente han querido formar parte de un sistema democrático, del cual hay que respetar lo que en libertad hemos acordado entre todos y que es el cuerpo de la Ley, o lo que es lo mismo, las reglas del juego.

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