Opinión

La 'Yenka' de Carles Puigdemont

MIENTRAS Jordi Bilbeny anda como loco diciéndole a todo el mundo que Santa Teresa de Jesús era en realidad catalana, empiezo a ser yo el que recita en bucle lo de "vivo sin vivir en mí" por culpa de los requiebros de Puigdemont. Podríamos decir que lo de este jueves no tiene nombre, pero sí que lo tiene: se llama Yenka y el baile nos está rompiendo a todos la cintura como Neymar Jr. se la rompió con aquel mítico regate a... Bartomeu.

Con o sin visita al Senado, con o sin DUI, se empieza a dibujar una sola conclusión evidente en esta guerra de legitimidades y es que Rajoy y Puigdemont sólo están atados por dos leyes: la de la gravedad -y no necesariamente la de Newton- y la de Murphy.

Probablemente a Puigdemont, que a las 13 horas estaba decidido a convocar elecciones, le ha calado el mensaje de la pancarta que a esa hora se desplegaba en Sant Jaume señalándolo como traidor. Los manifestantes anunciaban así que si había autonómicas Saturno comenzaría a comerse a sus hijos en un festín que iba a ser más tarantiniano que goyesco, me temo.

Por su parte y pese a su torpeza manifiesta, Rajoy, que comenzó a reencontrarse con su baraca en un cajero del Sabadell, empieza a ganar la batalla del relato gracias a los empresarios, a los editoriales y a los independentistas moderados que cargan contra la insensatez de Puigdemont, que se ha colocado a sí mismo en un estado teresiano en el que ahora mismo "vive porque no vive y muere porque no muere".

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