Opinión

La batalla de Piolín

SE DICE que aquellos pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. La afirmación es cierta, como sería cierto todo lo contrario: que están condenados a no repetirla. El otro día me encontré con el historiador Buenaventura Aparicio, que es toda una eminencia. Me contó que venía de hablar con Antonio de la Peña, arqueólogo de merecidísima fama y entre los dos habían recordado cómo se resolvían las diferencias territoriales en la Edad Media: por la vía del matrimonio. Cuando un reino quería anexionarse o escindirse de otro, se negociaba una boda. De esa manera se lograba que en lugar de celebrase una guerra se celebrase un banquete. Bajo esa premisa, lo que habría que enviar a Catalunya sería una casamentera, no una fuerza policial. Casar a un hijo de Rajoy con una hija de Puigdemont o de Junqueras arreglaría las cosas. No sé si Puigdemont o Junqueras tienen hijas casaderas. De Rajoy sí sabemos que tiene al menos un hijo, que un día le pegó una colleja delante de toda España durante un programa de radio.

Otra opción sería la de matrimoniar a Soraya Sáez de Santamaría con el propio Puigdemont. En caso de que alguno de ellos o ambos ya estén casados, se resolvería como antaño, con una bula papal. Podríamos explorar otras expectativas de posibles bodas, pero son tantas que no tiene sentido. Baste con proponer la solución, que sería satisfactoria para todo el mundo salvo quizá para los novios, que como antiguamente tendrían que aceptarla como un sacrificio necesario.


Sea como sea, la cosa va a cambiar en Catalunya, y luego en Euskadi y espero que también en Galiza


Pero en su afán por olvidar la Historia los gobiernos de ambas naciones preparan la batalla con soluciones imaginativas, poco consecuentes con el arte de la guerra, de la paz y del buen gobierno. Así, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido ha enviado a Catalunya un contingente policial "proporcionado, razonable y discreto". No juzgaré si es proporcionado y razonable, pero discreto, discreto, no es. Meter a no sé cuántos miles de policías y guardias civiles en el puerto de Barcelona, en un crucero con imágenes gigantes de Piolín y el pato Lucas no me parece a mí que sea precisamente un acto de discreción. ¿De dónde sacó el ministro esa idea? Supongo que de Maquiavelo, quien en el capítulo III de El Príncipe, que trata del mantenimiento de los principados mixtos, aclara que "para evitar una guerra nunca se debe dejar que un desorden siga su curso, porque no se la evita, sino se la posterga en perjuicio propio. Como buen remedio para sofocar el desorden debe llenarse de policías un barco de Piolín, el pato Lucas y el gato Silvestre, que pasa desapercibido a causa de su gran discreción".

Así no se amedrenta a nadie: ni a un catalán ni a un corso ni a un escocés. La imagen de miles de policías saliendo de un crucero así decorado, que además se llama Moby Dada, un nombre poco impresionante, no parece la mejor fórmula para acallar una protesta, salvo que pretenda hacerse bajo la estrategia de matar de risa a los independentistas.

Finalmente, la batalla la ganarán la mayoría de los catalanes, sean o no sean independentistas. No la ganarán el día 1-O, pues el resultado no será reconocido más que por los independentistas. Sin papeletas, sin censo, sin interventores y apoderados reconocidos por todas las partes, puede que sin urnas y con la policía saliendo del barco de Piolín para precintar los colegios electorales, no habrá un referéndum libre ni limpio; pero conseguirán, ya lo están logrando, que el referéndum limpio y libre se acabe celebrando tarde o temprano, o que se negocien unas nuevas condiciones que satisfagan a ambas partes, lo que vendría siendo el equivalente al matrimonio medieval.

Sea como sea, la cosa va a cambiar en Catalunya, y luego en Euskadi y espero que también en Galiza. No se puede ignorar la Ley, pero tampoco, mucho menos, la potencia de un pueblo que quiere cambiar esa Ley por otra. Los que acuden a la Constitución de 1978, la mayoría de los cuales no la han votado porque no tenían edad para hacerlo, no recuerdan que aquella Constitución se votó porque la gente se echó a la calle, en rebeldía, para acabar con las leyes franquistas que duraron 40 años. Pues 40 años después de aquello, hay otra gente que quiere otra cosa y se echa a la calle para rebelarse. En los años previos al 78 no funcionó la solución judicial ni la policial, a pesar de que el Estado no contaba con el apoyo de Piolín. Lo que funcionó fue dar la voz al pueblo que se echaba a la calle.

Y como la Historia no debe olvidarse, ni para repetirla ni para no repetirla, lo deseable es que cuanto antes, más pronto que tarde, el pueblo catalán y todos aquellos pueblos que lo deseen, puedan decidir libremente qué quieren ser, si estados segregados o españoles, si monárquicos o republicanos, si regiones, autonomías, estados confederados o repúblicas independientes. Eso es la democracia y lo demás son piolines que salen del Moby Dada y nos ridiculizan a todos, también a los policías y los guardias civiles, hoy tratados como espantajos por el propio Gobierno. Eso es to, eso es to, eso es todo, amigos.

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