Opinión

Incendio en el monte vecinal

"HEMOS CREADO un monstruo y vemos el miedo en sus rostros", rapea en uno de sus temas El Chojín. Algo así habrán llegado a pensar los directivos de la federación vecinal de Lugo cada vez que celebran el Día do Veciño en el Pazo de Feiras y en el que congregaron durante la última edición a más de 3.700 comensales, una masa -crítica o dócil- que al portavoz del colectivo, Fernando Rois, le sirve para advertir a los políticos sobre los riesgos de que no atiendan sus demandas.

Su compañero de directiva y presidente del tinglado, Jesús Vázquez, va a más allá e incluso se jacta de que ahora mismo son la entidad con más socios de Galicia, por encima incluso de Deportivo y Celta, pues dicen reunir a más de 20.000 socios en 257 asociaciones integradas.

Vázquez y Rois, así como el núcleo duro de la federación, vienen del PP y la mayoría incluso paga el carné de afiliado cuando toca aprovechar el revuelo en el partido para elegir en primarias a una presidenta provincial. Sin embargo, la suya es una adscripción más hacia dirigentes políticos que a siglas. Esta máxima la aplican desde los tiempos en los que Francisco Cacharro y su lugarteniente en la Diputación Ramón Arias financiaban sus asociaciones para utilizarlas como contrapeso a otras instituciones o colectivos vecinales con vinculaciones políticas a derecha e izquierda.

Esta falta de apego a las siglas fue la que llevó al expresidente de la Diputación José Ramón Gómez Besteiro a apadrinar en 2008 al entonces ya dimensionado movimiento vecinal para ayudarlo a convertirse en ese monstruo que sus directivos creen tener. La subvenciones y contratos públicos se sucedieron y a cambio se dio entrada en el núcleo duro de la federación a personas vinculadas al PSOE, a la vez que no hubo reparos en hacer coincidir campañas reivindicativas enfocadas hacia la Xunta con actos electorales del PP o con citas electorales.

La convivencia de sensibilidades fue llevadera en tanto que las demandas, más que ideológicas, siempre se centraron en denunciar la discriminación de Lugo y la provincia frente al resto de la comunidad.

Pero como quiera que en el mundo del asociacionismo el consenso se logra tras agotadoras asambleas y reuniones, entre tan variadas ideologías, la directiva de la federación vecinal tenía tanto riesgo de arder como un monte gallego en un octubre seco y con la regla del 30 en la previsión meteorológica. Y así fue, el portavoz del colectivo vecinal se levantó un domingo con ganas de redactar un comunicado de apoyo a la Xunta en un tema tan polémico con la gestión de los incendios y no les faltó tiempo a los directivos más críticos con el Gobierno de Feijóo para calificar la nota como un "insulto" a las víctimas. Mientras, los más moderados, tras echar cuentas de lo que podía suponer la retirada de ayudas, no dudaron en ponerse el traje de bombero para salvar la casa. El problema es que, como ocurre con el monte, la alerta 2 puede saltar en cualquier otro momento.

Pancartas abajo

El Concello, no se sabe si como toque de atención a una directiva vecinal descontrolada, decidió esta semana retirar de las calles las pancartas de la campaña Lugo... non perdas o tren, a la que meses atrás se había sumado de forma vehemente el gobierno local. Se esgrimió como motivo que no cumplen la ordenanza, como los cientos de carteles o vallas que campan a sus anchas por solares y paredes de la ciudad.

Premios con retorno

La federación vecinal y sus asociaciones fundadoras practican el medallismo como fórmula de agasajo a personas e instituciones colaboradoras. La última nominación se la ha llevado el presidente de la Diputación lucense, Darío Campos, propuesto para los premios Cogave, que este sábado entregó en Pontevedra la federación vecinal gallega. Su aceptación implica que el fuego del fin de semana no causó quemaduras graves.

El papel de los medios

Si hay algo en lo que se han caracterizado los directivos de la federación vecinal en estos años es en mantener una fluida relación con los medios de comunicación, siempre abiertos a comprar sus temas lúdicos y reivindicativos, porque generalmente afectan al lector o espectador. Suya sería también por tanto la responsabilidad de haber contribuido a alimentar el monstruo, dicho sea de forma figurada.

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