Opinión

El penalti de los cobardes

Decía Pelé que un penalti es una manera cobarde de marcar un gol. Quizás por eso se han inventado a lo largo de la historia múltiples formas de cobrarlo como la paradinha, el penalti indirecto o el penalti a lo panenka, en un intento a la desesperada por darle dignidad a algo tan sucio como ejecutar a un portero desde una distancia no permitida en el patio del colegio por estar prohibido tirar "de cerca".

Aún así hay futbolistas que se rebajan a lanzarlos y que incluso disfrutan con la sádica satisfacción de engordar sus estadísticas personales valiéndose de un lanzamiento tan miserable. Dos de los jugadores que pertenecen a esta calaña de deportistas, Cavani y Neymar, amenazan con dejar de respirar por el enfado que les produce no ser ellos los elegidos para tirar las penas máximas del PSG.

Al-Khelaïfi le ofreció a Cavani un millón de euros para que renunciase a tirar los penaltis (...) como cuando Ponteareas decidió pagarle un plus a sus funcionarios por cumplir las horas estipuladas en su contrato

El asunto ha llegado a tales dimensiones que el presidente del equipo parisino, Nasser Al-Khelaïfi, ha realizado una especie de Proposición Indecente en búsqueda de una paz en el vestuario que ahora mismo se antoja imposible. El todopoderoso empresario, al más puro estilo Robert Redford en la conocida película, le ofreció a Cavani hacer fijo el pago de un millón de euros que figura en el contrato del uruguayo como variable si es capaz de liderar la tabla de goleadores de la Ligue 1 al finalizar la temporada. Para que nos entendamos, algo así como cuando Ponteareas decidió que era buena idea pagarle un plus a sus funcionarios simplemente por cumplir las horas estipuladas en su contrato... y por las que ya cobran en su sueldo base.

El delantero del PSG, quizás por carecer de la estrechez económica del matrimonio formado por Demi Moore y Woody Harrelson, no quiso escuchar la tentadora oferta y se mantuvo firme en su deseo de marcar paquete ante la amenaza que supone el nuevo gallo del gallinero, Neymar.

Unai Emery también ha intentado a su manera templar los ánimos de su vestuario, organizando el cumpleaños de Thiago Silva para estrechar lazos. Rodeados de una gran comilona, un buen Barrantes y algo de licor café –como gallego no se me ocurre otra forma de organizar un cumpleaños delante de una mesa– el entrenador parisino vio hecha la reconciliación. El detalle que le falló es que Cavani ni se presentó a la cita.

El megaproyecto del PSG empieza cuesta arriba, por lo que se ve, y mucho tendrán que remar para solucionar el motín que se avecina entre el nuevo equipo de galácticos del fútbol mundial. Y pensar que todo empezó con un penalti. Hace falta ser cobarde...

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