Opinión

El botín del pazo de Meirás

UNOS JARDINES ESPLÉNDIDOS con bellas vistas sobre la ría de Betanzos y un interior con un gusto marcado por la personalidad del dictador, expresada en el sinfín de trofeos de caza disecados, en sus cuadros, varios de ellos de sí mismo, y en el enorme busto, también para su mayor gloria, de la escalinata central. Así es la parte del pazo de Meirás accesible al público en las visitas gratuitas, aprobadas por el bipartito, y que ahora gestiona la nostálgica Fundación Nacional Francisco Franco.

Además de poner de actualidad el pazo de Meirás un verano más, como sucedía con las vacaciones del autócrata retransmitidas en el Nodo y como ocurre en ocasiones con las de sus descendientes narradas por el ¡Hola!, la irrupción de esta entidad en la antigua residencia de Emilia Pardo Bazán contiene la virtualidad de mostrar descarnadamente la naturaleza de su propiedad. Aunque en su ya famoso comunicado en el que anuncia su intención de ensalzar en Meirás la «grandeza» del militar ferrolano la Fundación Franco apela a que el inmueble fue «donado por el pueblo gallego», su retórica guerracivilista revela que en el fondo no deja de considerarlo como lo que es, un botín ganado en el campo de batalla.

Así se refleja, también, en la fecha en la que se hizo efectivo el supuesto donativo, el 5 diciembre de 1938, con el triunfo de las tropas franquistas ya encarrilado del todo, justo después de su victoria en la batalla del Ebro e inmediatamente antes de lanzarse a por la toma de Cataluña.

Resulta muy interesante el testimonio que ofreció la hija del dictador en el libro de Stanley Payne y Jesús Palacios Franco, mi padre. "Fue un regalo que hicieron a mi padre cuando la guerra. En realidad, querían regalarle también el de San Sebastián, el Palacio de Ayete, y querían regalarle… Pero él solo aceptó éste, porque era en su tierra y le hacía ilusión tener algo, porque en Galicia, en cambio, propiedades no teníamos ninguna", afirma. Viene a decir que su progenitor era tan generoso que no se quedó con nada de todo aquello que estaba a su disposición, salvo en su cuna gallega, donde, según ella, era casi una anomalía que careciese de posesiones.

Como señala Paul Preston es posible que una parte de las aportaciones del supuesto regalo del pueblo coruñés al dictador fuesen voluntarias, como la del banquero Barrié de la Maza, que hacía así una inversión que le resultaría muy provechosa, pero como la cantidad de las donaciones fue fijada por las autoridades, se deduce que «otros contribuyeron por temor a ser tachados de desleales». O porque no les quedó otro remedio, como a los funcionarios.

El hecho de que Franco conservase hasta su muerte el poder con el que se hizo gracias al golpe militar de 1936 y su triunfo en la Guerra Civil, así como la naturaleza de la transición, efectuada a partir de las leyes de la dictadura, blindaron la propiedad del pazo. Pero hubo ocasiones de intentar revisar la supuesta donación, como la Ley de la Memoria Histórica de Zapatero.

En Marea e IU anuncian que llevarán al Congreso la expropiación del pazo, aunque parece más adecuado buscar una fórmula que no incluya una indemnización, como propuso esta misma formación en el Parlamento gallego, con el apoyo toda la oposición, incluido el PSOE, y el rechazo del PP, que tumbó esta iniciativa en mayo. Los populares se niegan a tocar la propiedad, pero quieren evitar que se les acuse de consentir un santuario fascista en Meirás, como se ha visto en las declaraciones de Núñez Feijóo. A finales de mes volverán las visitas a Meirás y ahí se verá si los herederos, que siempre han hecho todo lo que han podido para ni abrir el pazo, siguen con su provacación, que debería volverse en su contra.

Cuatro años después, Adif responde en el juzgado por Angrois
Cuatro años y tres días. Este es el tiempo que tardó Adif en dar explicaciones en el juzgado por el accidente de Angrois. El retraso fue posible por la actitud de la Fiscalía y de la Audiencia de A Coruña, hasta que la intervención de la UE abortó el intento de juzgar sólo al maquinista. La declaración de Andrés Cortabitarte, de Adif, mostró que el nuevo fiscal del caso sí ejerce como tal.

En A Lama "don Julio" perdió el don
"BUENO, Julio, ya nos veremos". La frase de despedida que le dirigió su preso de confianza a Fernández Gayoso al salir de la cárcel y que captó un cámara de Atlas Galicia constituye todo un resumen de lo que ha supuesto el encarcelamiento del otrora amo y señor de las finanzas del sur de Galicia, que entre rejas dejó de ser "don Julio", como le llamaba todo el mundo y como incluso creían antiguos compañeros de trabajo que le seguirían tratando en la prisión los otros exdirectivos cuyas indemnizaciones de oro provocaron la condena de la Audiencia Nacional.

Quizá para ellos continúe siendo "don Julio", pero no para el recluso que ayudó a llevar los objetos personales hasta el aparcamiento, mientras Fernández Gayoso caminaba con dificultad bajo un paraguas, del brazo de un familiar.

El intento que ha fructificado ahora para que Gayoso cumpla lo que le falta de sus dos años de prisión trabajando en la fundación Érguete y residiendo en su casa controlado con una pulsera electrónica es una de las numerosas tentativas que efectuó desde que ingresó el 15 de enero. En los círculos de poder vigueses había también movimientos para sacarle de prisión, bajo la idea de que se trataba de un encarcelamiento injusto de una persona de edad muy avanzada.

Sin embargo, el problema de la edad lo generó el propio Fernández Gayoso que, cuando ya era un octogenario, se mantuvo aferrado al poder de la caja viguesa, en la que entró como auxiliar y que empezó a dirigir en 1965, en la dictadura, hasta convertirla en su finca particular. Actuaba como un dueño de los que no se jubilan, no como el empleado que era.

En la condena a dos años de prisión como colaborador necesario de un delito de apropiación indebida subyace la paradoja de que para Gayoso acabó siendo fatal su mayor sintonía con el entonces gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el célebre MAFO, el que exigía más sacrificios a los trabajadores mientras consentía los grandes desmanes que llevaron al rescate financiero de España, que sirvió para tapar, entre otros, el agujero de Novacaixagalicia.

A éste contribuyó en mayor medida, por su tamaño y su política aún más especulativa, la Caixagalicia de José Luis Méndez que la Caixanova de Gayoso, pero sin que la gestión de la segunda fuese lo modélica que quisieron hacer creer los detractores de la entidad coruñesa, como mostraron, por ejemplo, los 290 pisos que la entidad viguesa acabó teniendo en Seseña, la ciudad fantasma del Pocero, fruto de los créditos concedidos a este promotor.

Pero el pasado invierno, mientras Gayoso ingresaba en A Lama a José Luis Méndez se le vía por Canarias, disfrutando del estatus de intocable que en el pasado compartían ambos y que el antiguo Dios de Caixagalicia, como le llamaban en la entidad, acabó conservando gracias a que MAFO le apartó de la nueva caja fusionada, forzando su jubilación, mientras sí mantenía a Gayoso. Así Méndez no participó en el episodio de las jubilaciones de oro que llevó a Gayoso a la cárcel.

Mientras tanto seguimos sin saber cómo se hundieron las cajas y cómo eran su política de gestión la morosidad en Galicia y sus planes de expansión fuera de ella.

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