Opinión

Don Íñigo, a caldo

A DON ÍÑIGO Méndez de Vigo, ministro de Educación, portavoz del Gobierno y barón de Claret, le llueven chuzos de punta. Lo ponen a caldo desde que dijo en las Cortes, sin sonrojo, que en Cataluña "no hay ninguna controversia ni conflicto con la educación", cuando es una de las claves del enconado conflicto y que mayores críticas desata por el descarado adoctrinamiento en las escuelas, desde casi siempre y por parte del extinto gobierno de la Generalitat. Que los políticos mientan no es novedad, unas veces por comodidad, las más pensando en los votos y otras por diplomacia. En este caso no se sabe muy bien por qué, más cuando se trata de una pendencia que nadie oculta, y mucho menos los promotores de la enseñanza tendenciosa y sectaria que se imparte en la mayoría de los colegios catalanes, en aras del independentismo o de un sentimiento muy arraigado, envueltos en la bandera patria, sea estelada o senyera. Y al señor ministro, ya que no hizo nada por repararlo cuando debía, al menos debería de inquietarle muy seriamente, y sobre todo ahora, en vez de echar balones fuera.

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