Opinión

'Dhogs' y el espectador cómplice

Melania Cruz en un fotograma de la película

Una joven que bebe sola en el bar de un hotel a altas horas de la madrugada. Un cincuentón que entra en el hotel y cae irremediablemente seducido por la joven, que no esconde sus ganas de llevárselo a la cama. Varias personas que los observan con más morbo que desaprobación, celosos desde la distancia del que quiere y no puede hacer con su vida lo que le da la gana. Y después, la espiral de violencia gratuita. La que se desata sobre la protagonista como una suerte de castigo divino a la mujer libre. Al otro lado de la pantalla, los espectadores aprietan los mandos para convertirse en los colaboradores necesarios del sufrimiento de la protagonista. El relato crudo de la violencia machista.

Así se presenta Dhogs, la ópera prima del meirense Andrés Goteira, un thriller independiente rodado entre Galicia y Almería y estrenado internacionalmente en el BAFICI de Buenos Aires, que llegó a España a través de la Sección Oficial del Festival de Sitges. En Galicia la pudimos ver la semana pasada inaugurando el Festival de Cine Internacional de Ourense con gran acogida. Un proyecto que empezó hace cuatro años con más ilusión que dinero, y que sólo el empeño y profesionalidad del director y de los cuatro productores (una pandilla de amigos de toda la vida), convirtió en una obra llamada a convertirse en cine de culto. Dhogs es un caso paradigmático del nuevo cine gallego, nacida desde el rural y rodada íntegramente en nuestra lengua, se aleja del costumbrismo de otras experiencias. El director de cine Jorge Coira, ganador de un Goya, dijo de Dhogs que “É algo moi fóra do común: una xoia de película e un deses poucos casos nos que ves que as milagres existen. Larga vida a Dhogs”.


El director le da la vuelta a la cámara para ofrecer un retrato incómodo de la postura del espectador

La ruptura de la cuarta pared funciona de espejo de la sociedad contemporánea


El universo Dhogs nace de la suma de dos conceptos. Dogs: animales sumisos y obedientes. Hogs: animales sucios y perversos. La sociedad que refleja Goteira transita entre estas dos especies humanas. Pero Dhogs va más allá de la simple ficción. El director le da la vuelta a la cámara para ofrecer un retrato incómodo de la postura del espectador, la foto del home videns, aquel que Giovanni Sartori definió como un humano expuesto continuamente a imágenes, incapaz de desarrollar procesos cognoscitivos basados en la abstracción. La ruptura de la cuarta pared funciona de espejo de la sociedad contemporánea: la que se esconde al otro lado de la mirilla cuando el vecino pega a su mujer, con la complicidad cobarde del que ve pero calla porque no se quiere meter en líos. La que graba desde la ventana la agresión homófoba o racista que se produce en el portal de enfrente. La que se pajea a través de la violencia explícita ejercida sobre las mujeres en la pornografía online. La que incluso aprovecha la tesitura para intervenir del lado de los malos. La sociedad de los violadores de San Fermín y la de la menor violada tres veces en su regreso a casa al salir de una discoteca londinense.

Dhogs es historia pero también equipo. Cuenta con la brillante dirección de foto de Lucía Catoira Pan, montaje de Juan Galiñanes y mezcla de sonido de David Machado. El reparto, espectacular, se apoya en el protagonismo indiscutible de Melania Cruz, actriz cocinada en esa factoría de talento que es IlMaquinario Teatro; y un Iván Marcos capaz de transmitir la posesión de la violenci. Suso López, Enrique Lojo, Xosé López y el pequeño Roi Gantes que no podrá ver la película hasta que cumpla los 18 completan el reparto de los más jóvenes. Reparto que se corona con las actuaciones de los veteranos María Costas, Antonio Durán 'Morris', Miguel de Lira y Carlos Blanco.

Espectadores y protagonistas, esclavos y amos, mujeres y hombres, así refleja el mundo Dhogs. Un mundo cada vez más en peligro por culpa de la violencia no sólo contra las personas, sino contra el propio medio ambiente, como se encargó de advertir Iván Marcos durante la presentación en Ourense a raíz de la oleada de incendios de las últimas semanas. Dhogs da también para esa refl exión. Es el momento de que el home videns se levante del sofá y pase de la complicidad y la sumisión, a la acción consciente y necesaria.

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