Opinión

Barbarie en Barcelona

PARECÍA QUE España se libraba de la ola de terror yihadista que azota las grandes capitales europeas hasta que golpeó con fuerza el corazón de Barcelona. La fecha, hora y lugar no fueron casuales: a las cinco de la tarde y en una Rambla literalmente tomada por los visitantes en plena temporada alta. Precisamente el debate sobre la masificación turística de la ciudad condal pasará ahora a un segundo plano y se abre otro: el de si la tragedia se pudo haber evitado. Y es que los terroristas islamistas han convertido camiones y furgonetas en armas de genocidio y en un método para atentar muy difícil de detener. Hay quienes hablan de instalar bolardos, como se hizo, sin ir más lejos, en las fiestas del Albariño de Cambados, pero esa es una solución solo válida para zonas peatonales —el casco histórico de Santiago, considerado un potencial objetivo yihadista, dispone de ellos desde hace años— o en la celebración de eventos especiales, como desfiles y conciertos. Sí que es cierto que carece de ellos el sector central de la Rambla y quizás de haberlos se pudiese haber evitado la barbarie. Pero la realidad es que no es viable sembrar una ciudad de pivotes mientras haya zonas abiertas al tráfico, por lo que los yihadistas tendrán otras opciones para atentar. Y aunque hay quien cree que España, tras la experiencia de Eta y la tragedia del 11-M, se armó con los medios y experiencia suficientes para evitar que algo así se repitiese, los expertos en seguridad no se han cansado de repetir que "el riesgo cero no existe".

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