Opinión

Adiós Duquesa, adiós

El Ayuntamiento de Monforte ha comenzado a desmantelar locales de ocio nocturno


EL ALCALDE de Monforte, el socialista José Tomé Roca, ha decidido coger el toro por los cuernos y, más allá de poner orden, acabar con un problema que se da en una calle de la ciudad, Duquesa de Alba, desde hace más de 30 años, desde que comenzaron a montarse locales de hostelería dedicados al ocio nocturno. Los distintos propietarios que han pasado por los establecimientos a lo largo de este tiempo camparon a sus anchas, fijándose únicamente en atraer al mayor número de personas y trabajar las horas que fuesen necesarias, hasta bien salido el sol, para llenar cuanto más mejor sus cajas registradoras. Su objetivo, lícito por cierto, era ganar dinero, pero en su forma de conseguirlo no tuvieron en cuenta los posibles daños colaterales.

Obviaron por completo a los vecinos de esta calle, sufridores de una contaminación acústica brutal debido a la ridícula idea de los hosteleros de que cuanto más alta la música mejor. Sufridores también de la malaeducación de muchos clientes de estos bares nocturnos, que montaban la fiesta en la calle como si en los edificios no viviese ni un alma.

Durante mucho tiempo nada cambió. Los anteriores regidores locales pasaron de puntillas sobre el problema a pesar de las continuos e insistentes requerimientos vecinales para que pusiesen coto a los desmanes que se vivían en esta calle. Reuniones con los hosteleros, colocación de limitadores de volumen en los equipos de música (desconectados al poco tiempo de ser instalados) o doble puerta en la entrada fueron las medidas adoptadas para aplacar los ánimos de los residentes.

Se trataron de acciones que de nada sirvieron, como ha demostrado el tiempo y que a día de hoy se hacen patentes de una forma clara. Lo vemos en la existencia de unos 200 expedientes abiertos por incumplimiento de horario de cierre y veríamos muchos más por contaminación acústica si el Ayuntamiento dispusiese de un sonómetro homologado.

Esta, las sanciones por cerrar las puertas más allá de la hora permitida, es la primera parte del nuevo control que ha decidido ejercitar la administración monfortina sobre los establecimientos de ocio nocturno de la Rúa Duquesa de Alba, todos menos uno con licencias provisionales desde que hace tres décadas abrieron sus puertas. La segunda consiste en regularizar esta última situación, algo que en algunos casos resultará casi imposible por las obras que son necesarias ejecutar para adaptarse a la normativa vigente. De hecho, menos de la mitad de los doce locales en funcionamiento en esta calle han mostrado interés por ajustarse a lo que marcan las leyes. El resto ha pasado olímpicamente de los requerimientos municipales, lo que ha propiciado las primeras reacciones por parte del Ayuntamiento, que no ha dudado en ordenar el cierre de dos establecimientos, una discoteca y un pub. A estos, por lo que se intuye, le seguirán otros. La maquinaria municipal ha comenzado a funcionar y, en marcha, no parará.

Así las cosas, la Rúa Duquesa de Alba dejará de ser, si ya no lo es, la calle de la movida, tal y como se la conoció durante años y años, cuando funcionaban una veintena larga de locales.

El fin al que se ha llegado no es culpa de los vecinos ni del Ayuntamiento. Si hay que buscar responsables de la situación actual habría que apuntar hacia los hosteleros, quienes, además de no saberse adaptar a las nuevas demandas de ocio, pensaban que tenían patente de corso, que podían hacer lo que les viniese en gana, supongo que en función de la laxitud con la que año tras año, década tras década, manejaba el Ayuntamiento el conflicto entre derecho a divertirse y derecho al descanso.

Ahora se han topado con alguien, José Tomé, a quien no le tiembla la mano. Lo vemos con los expedientes sancionadores y de cierre que ha iniciado y que continuarán a lo largo de los próximos meses.

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