Opinión

Ya hay auditorio

EL PRESIDENTE de la Xunta reparaba ayer un «agravio histórico» con Lugo. Alberto Núñez Feijóo entregaba al Concello el auditorio en el que el Gobierno gallego invirtió veinte millones. Ese «agravio histórico», por lo que tenga de peculiar proceso, es en su origen y desarrollo anterior a la llegada de Feijóo a la presidencia de la Xunta y, por supuesto, de Lara Méndez a la alcaldía. El auditorio -hasta para la ubicación- en su gestación refleja a la perfección el ejercicio político del anuncio/compromiso, la polémica, el victimismo y la no asunción de responsabilidades. Ahora empieza el tiempo real. Además del equipamiento que falta, esa infraestructura hay que llenarla a lo largo del año de contenidos que la hagan útil para los ciudadanos, desde la programación cultural a una gestión profesional que atraiga actividad económica a la ciudad, como por ejemplo la celebración de congresos.

La excomunión del cura

El cura de Momán (Xermade) pide la excomunión de Mariano Rajoy «por causar sufrimiento». El cura de Momán, como cualquier ciudadano, está en su pleno derecho a criticar las políticas del presidente del Gobierno, expresar su desacuerdo y votar a quien le parezca oportuno. Como sus feligreses a hacer lo mismo, sin mezclar las amenazas de excomunición del cura por medio. Vamos, sin que el cura ‘tutele’ el voto. Trasladar, por muy cura crítico que se sea, al debate político la excomunión tiene como reminiscencias de Torquemada, de vieja afición de la sacristía, sea por la derecha o por la izquierda, a meterse en pontificar, condenar y quemar en la plaza pública. Sabemos que este cura es viejo conocido de los medios de comunicación por ofrecer siempre un titular llamativo, pero hasta en las bromas sería oportuno que fuese para el César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Suponiendo, además, que es mucho suponer, que el Dios del papa Francisco excomulgase a alguien.

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