EL ESTATUTO de Autonomía de Galicia cumplía ayer 35 años desde su publicación en el BOE, con lo que entraba en vigor. En ese aniversario los presidentes que tuvo la Cámara recibieron un homenaje de la institución y las primeras medallas de la misma. Antonio Rosón, Tomás Pérez Vidal, Victorino Núñez, José María García Leira, Dolores Villarino y Pilar Rojo. La figura del lucense Antonio Rosón (1911-1986) suma la condición histórica de primer presidente de la Xunta preautonómica y primer presidente del Parlamento de Galicia. Merecería solo por ello un recuerdo especial con ocasión de la concesión de esa medalla, a título póstumo. Pero, además, Antonio Rosón fue un político hijo de su tiempo, «de todos sus tiempos vitales», como recordó ayer la sobrina que agradeció la condecoración. Sufrió una macabra leyenda negra para desacreditarlo en momentos clave. Víctimas de la represión franquista, como Ramón Piñeiro, la desmintieron. Antonio Rosón se caracterizó en los años de la transición por el diálogo, el compromiso con Galicia y la valentía política. Fue figura clave en el proceso hacia la autonomía de Galicia y en la tarea «interna» dentro de UCD para evitar la ejemplarización para el resto de regiones españolas del recorte autonómico con Galicia, resueltos los estatutos de Cataluña y Euskadi. Eso era el «aldraxe». Existió. De los homenajeados ayer, Tomás Pérez Vidal, que sucedió a Rosón, realizó la instalación del Parlamento en su sede actual. Un edificio digno para acoger y simbolizar la representación de los ciudadanos gallegos. Otro dato: dos mujeres, Dolores Villarino y Pilar Rojo, que ayer recibieron la medalla del Parlamento, figuran entre los seis primeros presidentes de la Cámara autonómica. Puede traducirse en que algo más de un 30% de quienes ocuparon la presidencia son mujeres. Con independencia de cuotas, son personas que llegaron ahí por sus méritos. Un acto de reconocimiento como el de ayer en el Parlamento es una señal de país normalizado que valora en positivo sus instituciones.
