Opinión

Recta final disputada

LA CAMPAÑA electoral entra en su última semana con el mismo interrogante abierto con el que se inició: Feijóo o la coalición multipartidista de las mareas, PSOE y BNG. Todo indica que solo será la noche del 25 la que descubra si Feijóo continúa al frente de la Xunta de Galicia o se produce el cambio con una Xunta multipartidista. La movilización del electorado y la concentración del voto –evitar fugas a Ciudadanos, por ejemplo– es el objetivo para asegurar la mayoría necesaria al PP gallego. Por la izquierda, además del peso del BNG, hay cuando menos un doble objetivo: el liderazgo de esa alternativa entre socialistas y mareas y movilizar el voto de su potencial electorado para impedir la continuidad de Feijóo en la Xunta. La referencia a las alcaldías que ocupan las mareas en Ferrol, A Coruña o Santiago no parece que sea el mejor reclamo de cambio que pueda formular el candidato Luís Villares. Alguna de esas alcaldías no logra un aprobado en gestión de la ciudad. Tampoco parece apoyo para Feijóo el actual PP de Génova y su líder, ni para Leiceaga un Pedro Sánchez que desintegra su propio partido. Otra cuestión diferente es la repercusión que tanto los resultados en Galicia como en el País Vasco puedan tener en la complicada política española y en la situación de partidos como el socialista. La intensa presencia en Galicia de líderes, y segundas filas, de populares, socialistas, ciudadanos y podemitas reafirma ese planteamiento que busca impacto político en Madrid de los resultados gallegos. No corresponde al electorado llamado a las urnas el día 25 en Galicia y en Euskadi ni es su responsabilidad. Aquí se decide el gobierno de Galicia y el laberinto que entre todos han construido en Madrid con tapones, bloqueos e irresponsables señales de prohibición al diálogo no debería ser trasladado a la política gallega y en un ejercicio de responsabilidad debería ponerle fin cuanto antes.

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