Opinión

Recordemos

SEIS MILLONES de personas fueron exterminadas bajo el nazismo por ser judíos, de minorías étnicas, por su religión o por su orientación sexual. Sucedió en la Europa civilizada del siglo XX, con la memoria viva de la Gran Guerra. Naciones Unidas instauró el 27 de enero como jornada para honrar la memoria de las víctimas del Holocausto y mantener activa la alerta ante el riesgo de que se repitan crímenes así. Hay ahora persecución y crímenes por racismo, religión o por orientación sexual. Pudiera parecer que a veces, según dónde se produzcan, se pretende diluir la responsabilidad de esos sucesos. La dimensión de las migraciones, los movimientos de refugiados y las reacciones que se generan y alimentan de xenofobia en Europa frente a estas realidades, a las que no se ha dado respuesta, exigen mantener y reactivar la alerta. La Gran Logia de España -la masonería fue una de las minorías perseguidas- recuerda que el Holocausto comenzó con un censo de sus víctimas. Mañana, 28 de enero, se celebra el Día de la Protección de Datos. El derecho a la intimidad es una exigencia irrenunciable de los derechos y libertades de las personas en las sociedades abiertas. Las puertas pintadas para indentificar las viviendas de los refugiados o las pulseras identificativas son hoy violación de ese derecho a la intimidad.

A qué juegan

Es «vergonzante» y «pueril», como la ha calificado el portavoz de Podemos en el Congreso, la decisión de la mesa en la ubicación de los diputados de ese grupo en la Cámara. Si la respuesta a la emergencia electoral de Podemos pasa por acciones como la de impedir su visualización como grupo, mandarlos a la última fila en la Cámara, estamos ante otra señal más de la gran distancia que existe entre la ciudadanía y la estructura de poder de los grandes partidos, en este caso el PP. Cristina Cifuentes lo diagnosticó con acierto y valentía.

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