Opinión

Quién aplaude y a quién beneficia

VEÁMOSLO COMO si fuese un guion de película de Berlanga. Es como un anuncio de limpiavajillas en competición, tras la paella, entre los del pueblo de arriba y los del pueblo de abajo. No se puede observar como algo serio o habría que llorar lágrimas negras como en el bolero. Lo preocupante es que del lado nacionalista catalán lo valoran como una aplicación del 155, un atraco y una humillación. Se olvidaron de los «papeles de Salamanca». De otro lado, también desde la emoción patriótica o nacionalista, el traslado de 43 piezas de Sijena que custodiaba el museo de Lérida es una restitución y una aplicación de la ley. ¡Pero si la sentencia todavía no es firme! ¿Era necesario este espectáculo de nocturnidad, manifestaciones y griterío? Una vez más, aislarse de la realidad que envuelve los problemas no contribuye a resolverlos. Parece ser que en Cataluña están en plena campaña electoral, que los independentistas están a un escaño por debajo de la mayoría. ¿A quién se le ocurre enviar munición de victimismo en estas circunstancias? Las sentencias son para cumplirse, claro. Pero en este caso todavía no es firme. Como lección de autoridad, el suceso de ayer pertenece más al rancio espectáculo nacional que a la firmeza. El aplauso de la emoción de algunos no equivale a lo mejor para España. Parece, salvo que se desmienta, que las monjas o el monasterio vendieron en su momento las piezas, aunque se declare nula cuando haya sentencia firme.

Alivio

Las fuertes lluvias del temporal retiran del primer plano los problemas con que amenazaba la sequía. Aunque los embalses ofrezcan otro aspecto, como esa imagen de Portomarín en la portada, la cuestión de fondo, la amenaza del cambio climático, sigue ahí.

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