Opinión

Por tiempos

EL PRESIDENTE de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, pala en mano, plantó ayer un abedul lucense, procedente de un vivero de Abadín, en el bosque de Galicia, que crecerá y vestirá la falda del Gaiás. El presidente gallego aseguró que en su mandato no se invertirá en nuevas obras en la Cidade da Cultura. Hay objetivos prioritarios, como el gasto social en las actuales circunstancias socioeconómicas, sobre esa obra. La Cidade da Cultura es una grandiosa expresión, por el volumen y su presupuesto, de las pasadas épocas de descontrolada alegría en el gasto. Pero la Cidade da Cultura es una realidad que en la dimensión alcanzada no admite vuelta atrás y que, en lo posible, ha de rentabilizarse. Y debe ser factible. La disconformidad o la crítica a la obra no implica su abandono. Ese bosque de Galicia, que puso en marcha Agustín Hernández , y que incomprensiblemente obtuvo alguna crítica opositora, es un acierto.

Pagar con cuadros
Este año 2015 es el cincuenta aniversario de la muerte de Winston Churchill (1874-1965), una rica personalidad, referente de liderazgo y de figura política. El pasado mayo moría, a los 91 años, Mary Soames, la última superviviente de los cinco hijos del aquel primer ministro. El Gobierno del Reino Unido acepta ahora 37 cuadros realizados por Winston Churchill como pago de las tasas de sucesión por parte de sus descendientes. Son los herederos de Mary Soames, según informó la BBC y recoge Efe, los que han entregado al Estado las obras, valoradas en cerca de 9,5 millones de libras (13,2 millones de euros), como exención del impuesto sobre sucesiones y donaciones. La noticia llega en la coincidencia del cincuenta aniversario de la muerte de Churchill, una ocasión para volver sobre este político, que obtuvo el Nobel de Literatura, que se aficionó a pintar a los 40 años, y que advirtió del peligro que reprsentaba el ascenso de Hitler en Alemania.

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