Opinión

No hay cien días

LOS CIEN días de gracia -contención vacacional opositora- para un gobierno que llega era hasta ahora práctica de obligada observancia en la vida política. También en eso asistimos a un tiempo nuevo. Alguien debió pensar que esa licencia de cien días era vicio adquirido en la transición, antes de que llegase Twitter y sus facilidades para reducir el pensamiento político a 140 caracteres. A Lara Méndez, alcaldesa de Lugo, no le conceden desde la oposición, o sus proximidades, esa calma mínima para echar a andar, cuando buscaba compañía para el viaje. Habrá de gobernar Lugo en minoría: Lugonovo no se apunta a gobiernos de coalición. Y el BNG entretanto critica: quiere más gestión. El PP, haciendo continuidad de su instalación en la oposición municipal, ya se estrenó desde el primer tiempo con esa demanda de gestión. Esta crítica, del PP y el BNG, sin más concreción, debe ser como un diagnóstico médico de malestar general como consecuencia de una digestión mal llevada. La de los resultados electorales. Unos no llegaron para gobernar y los otros para ser imprescindibles. Antes, a estas alturas del calendario, con la calor, entrábamos en lo que se llamaba parálisis veraniega. Todo aparcado a la espera de septiembre. Aunque hay tradición en este tiempo de estío de acontecimientos extraordinarios. Y no buenos, precisamente. En España se reformó la Constitución y no se pidió permiso a quienes la refrendaron. Zapatero no convocó referéndum de urgencia al modo griego. Quien manda, manda. Este verano, en el que la oposición en Lugo no respeta los cien días de gracia a la primera alcaldesa, pronostica acontecimientos y, como es tradición, no buenos. Aunque Paul Krugman diese ayer en el NYT por sucedido ya el caos temido en Grecia y aunque más o menos calificase de descerebrados/iluminados a los genios que envía la troika a Grecia, España o Portugal para imponer el cambio de marchas automático, el suyo. Como si en estos países fuesen todos los economistas y los gobernantes tontos.

Comentarios