Opinión

Memoria para el presente

EL CIERRE de ejercicio ofrece al lector unas ya tradicionales páginas especiales en esta jornada última del año. En El Progreso de hoy lleva la mirada hacia 2019, que se presenta con serios interrogantes políticos en el test que suponen las elecciones europeas, locales y regionales en España y con pronósticos de desaceleración para la economía. Quizás nunca unas elecciones al Parlamento Europeo tuvieron las implicaciones de estas a las que estamos convocados el último domingo de mayo. Los pronósticos anuncian un serio riesgo de que entren los votos de la antieuropa que alimentan los populismos, los nacionalismos y los extremos de izquierda y derecha.

Es la receta demagógica, nada original en la historia, de responder a los males que deja una profunda crisis económica. Es el fruto también de la falta de iniciativa, responsabilidad y valor de quienes desde el ejercicio de gobierno y de la política no generan esperanza frente a la acentuación de la desigualdad que desmorona el edificio de estabilidad social asentado en las clases medias y a la ausencia de perspectivas dignas para amplias capas. Una Unión Europea en riesgo de descomposición sería un trágico retroceso histórico para el progreso de los países que la integran y sus ciudadanos.

Significaría igualmente un alto riesgo de que los viejos demonios del odio vuelvan a los campos europeos. Del año que se va, hay que hacer mención a alguna noticia que pudo pasar como menor y no lo es: se encuadra en los riesgos para las libertades. Hay que mirar el pasado para evitar errores en el presente y en el inmediato futuro. La memoria histórica no es para reconstruir el pasado según interés de parte: el pasado ya fue. No cabe rehacerlo. Sirve para obtener lecciones. Es toda una alerta que cuando se pierden unas elecciones se convoque a las masas a manifestarse en la calle contra los ganadores. Sucedió en Andalucía.

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