Opinión

Cabreo general y resistencia

En el manual de resistencia de Pedro Sánchez, que estará el próximo día 19 en librerías y grandes superficies, figurará sin duda, o debe incluirlo ya la redactora que le atribuyen, un capítulo estrella. Cómo pasa la ciudadanía de la indignación-desafección por la crisis económica a la irritación o cabreo general bajo el pretexto de la distensión que anunció Pedro Sánchez con el independentismo catalán. Hemos pasado del "catalá emprenjat", que bautizó Enric Juliana, al español políticamente cabreado que activó "el relator que dé fe". Sánchez y los independentistas son el objeto de la ira. El riesgo, con frecuencia, es que se generalice a todo lo catalán. Si el objetivo de Pedro Sánchez frente al problema secesionista era la distensión, va camino de todo lo contrario. Los anuncios de "relator" y las explicaciones de la vicepresidenta ayer sobre el mismo suponen gasolina para avivar las llamas de un anticatalanismo que ya se había activado con fuerza frente a la reforma, fallida por cierto, del Estatut. Si la indignación y desafección por la crisis, que se visualizó en el 15-M, la rentabilizó Podemos, aunque no supo cuidar la cosecha, la hipotética distensión de Pedro Sánchez con el separatismo catalán la rentabiliza la derecha más centralista y uniformista. El domingo se va a visualizar en forma de manifestación. Una competición de Ciudadanos, PP y Vox por hacerse con la bandera del cabreo general o, al menos, llevarse parte de la tarta ante unas próximas elecciones. Sánchez no cosechó éxito alguno en su política con el secesionismo catalán. Lo más grave es que deja a la vista de todos que realmente se trata de resistir en La Moncloa, aunque el coste sea un país políticamente cabreado y enfrentado. La movilización por los sentimientos, con las arengas bélicas de algunos líderes de la derecha, puede generar más inestabilidad que la indignación por los costes de la recesión.

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