Opinión

Irregularidades y selección

POCO después de que Pedro Sánchez expresara su apoyo en el Senado a la ministra de Sanidad –«hace un extraordinario trabajo y seguirá con ello»–, esta hubo de presentar su dimisión. Eso se llama meter la mano en el fuego y quemarse.Era inevitable la dimisión. No se puede ver este desenlace únicamente como una consecuencia de los altos niveles de exigencia que el PSOE planteó frente a Cristina Cifuentes o Pablo Casado. Si el camino de salida estaba ya claro tras las primeras informaciones, este se convirtió en único cuando además de las presuntas irregularidades en la obtención de un máster, aparecieron los presuntos plagios en el trabajo para la obtención del título. Si la ya exministra considera que no cometió ninguna irregularidad, como dijo en su comparecencia para anunciar la dimisión, no debería irse. Pero sencillamente es una alumna a la que han pillado copiando y la expulsan del aula. Si además se matriculó en ese máster para mejorar su formación para el ejercicio del trabajo político, según dijo ayer, el camino pasaba necesariamente por el esfuerzo académico y por reducir a la mínima el recurso a la wikipedia. La acumulación de anormales o dudosos logros de titulaciones académicas por parte de varios políticos, sin distinción de militancias, algo dice sobre la necesidad de unos controles de calidad mínimos en la selección de quienes aspiran a ocupar la élite política y muy especialmente responsabilidades como la de sentarse en la mesa del Consejo de Ministros. O abiertamente significa que los sistemas de captación y promoción dentro de las organizaciones de partido fallan. Es también un nuevo golpe negativo para la valoración del Gobierno que preside Pedro Sánchez. Y es, como han pedido desde diversos medios académicos, una necesidad una auditoría seria sobre el funcionamiento de esta universidad pública que aparece en todos estos escándalos.

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