Opinión

Consecuencias de un sistema

«LA CLAVE está en saber por qué la gente no está teniendo los hijos que querría», mantiene la investigadora del CSIC Teresa Martín García. Tres de cada diez lucenses superan los 65 años. La media de edad más baja de las provincias gallegas la presenta Pontevedra, con 44,7 años. Lugo está en 49,4 y Ourense en 50. ¿Por qué no nacen niños o por qué las parejas no tienen más hijos? La respuesta no está ni en cheques-bebé ni en ayudas para pañales. No es una opinión: los hechos así lo demuestran. Las políticas que se practican son de imagen o de mensaje electoral: no aceleran ni fomentan la decisión de tener hijos. La falta de nacimientos o el bajo número de hijos en las parejas es una consecuencia de la realidad socioeconómica. Pudo ser también una «moda» en otros momentos de desarrollismo, décadas atrás. No es hoy una explicación válida. El nivel salarial medio y sobre todo la dificultad para acceder a un empleo estable y a unos salarios que permitan afrontar en la gente joven el reto de tener hijos no puede ignorarse como una de las principales causas del descenso de la natalidad y del retraso en la edad de la maternidad/paternidad. No parece que se quiera mirar directamente a la causa principal de los bajos nacimientos y del envejecimiento de la población. Los «incentivos» que se acuerdan para fomentar la natalidad no responden al problema. El envejecimiento de la población como la baja natalidad son efecto de una realidad económica que no incrementa el empleo ni atrae mano de obra propia o foránea (inmigración). O se atiende a la vertiente económica en la base del problema, que no vale para el cortoplacismo con el que se actúa en política por las convocatorias electorales. Es cuestión de política de pacto suprapartidario.Mientras, se distrae a la opinión pública y, además, se incrementa un gasto público que no produce el efecto supuestamente buscado.

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