Opinión

Los jabalíes arrasan

 

La información que abre este periódico se ocupa de un problema real, que afecta de forma negativa a la agricultura y la ganadería. Desde la ciudad o los despachos se puede ver como una anécdota simpática que unos jabalíes paseen por las calles de la ciudad de Lugo y lleguen hasta la misma muralla. Para el ganadero que ve literalmente arrasada una plantación de maíz para forraje o silo, destinado a la alimentación del ganado, lo que obliga a gasto añadido en piensos; que encuentra levantado, destrozado, un prado o un huerto, y cuando esto se repite año tras año, la presencia descontrolada del jabalí es ya un problema económico. Es de suponer que será también medioambiental por la dimensión anormal que alcanza su presencia y sus destrozos. No se han tomado medidas. No es suficiente con las indemnizaciones, que no llegan o llegan tarde, a quien se ve dañado en sus cultivos o en su explotación. No se afronta el problema en su dimensión real por temor a reacciones de grupos que actúen con supuesta bandera animalista. O no se adoptan medidas por falta de atención. Acumula décadas.

Compensación
La canonización este domingo en el Vaticano de monseñor Óscar Romero, asesinado por paramilitares salvadoreños mientras oficiaba misa, equilibra de alguna forma las señales dadas en reconocimiento a posiciones bien diferentes a las de este arzobispo. Romero trabajó por la Justicia y los pobres consciente del riesgo que corría su vida. El Vaticano tenía una deuda con este arzobispo centroamericano por su ejemplaridad evangélica. La eficiente política de condena practicada frente a los representantes de la llamada teología de la liberación pedía y pide el reconocimiento de trayectorias como las de monseñor Romero.

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